Los que creemos en el consenso, en la concertación, en el diálogo, en la democracia, en la gobernabilidad y en la estabilidad política de nuestro país. Siempre asistimos a las convocatorias del Acuerdo Nacional, con la esperanza y el firme propósito de poner un granito de arena en el noble ideal de hacer patria, aquella patria donde debe reinar la justicia y la equidad, donde haya oportunidad para todos sin ninguna clase de distingos, donde no exista la exclusión, ni la supremacía de elites tecnócratas, que muchas veces de manera monolítica se ponen al servicio de las minorías dominantes. Es que nuestro pueblo, el Perú, demanda hoy más que nunca la instauración de una sociedad elevada, donde imperen la justicia, solidaridad, seguridad, el orden e igualdad de oportunidades; por ello, mientras nuestra vida cotidiana y futuro, sigan siendo afectados por la corrupción, el desempleo y pobreza, la realidad nos enrostrará dramáticos indicadores de mortalidad, morbilidad, desnutrición y analfabetismo, que son el natural caldo de cultivo de la violencia social.
Frente a ello como objetivo nacional, debemos reafirmamos en la necesidad de realizar un esfuerzo conjunto para abatir la pobreza. Urge contar con más inversión, en más espacios y más manos, siempre orientada a los fines ya antedichos; para esto se ha de emprender una cruzada nacional que culmine con brindar educación de calidad y cultura a todos nuestros compatriotas. Es decir, mejorando el saber; y, en su dimensión de calificación laboral, generando empleo productivo, potenciando e innovando el aparato productivo, creando infraestructura, incrementando nuestras exportaciones, distribuyendo el ingreso con equidad e integrando las economías excluidas del país al mercado nacional y global.
Para alcanzar los objetivos nacionales debemos de enmarcarlos dentro de un plan de desarrollo nacional que en su estructura considere la visión, los objetivos, las estrategias y las acciones, salvo pequeñas precisiones, creo que podemos estar de acuerdo en esta estructura. Sabemos que los objetivos son los qué y las estrategias los cómos. Sin embargo hasta ahora nos hemos sido capaces de encontrar el puente que una a los objetivos con las estrategias de manera consensuada.
Las diversas fuerzas políticas, sociales, académicas, profesionales, empresariales y sindicales deben estar incluidas en esta tarea, no olvidemos que todas ellas representan a diversos grupos de intereses a los que podemos llamarlos stakeholders, que en su esencia tienen como obligación cooperar, porque tienen un objetivo común, que es sostener la vigencia y permanencia del estado peruano. Lo cual nos obliga a compartir una misma visión de futuro, es decir, ponernos de acuerdo en que país queremos vivir.
Se producirá la consolidación de un plan de desarrollo nacional, si somos capaces de concretar una gran coalición. Esa coalición entre otros aspectos debe sostenerse en herramientas como la prospectiva y en la ética del carácter.
A través de la prospectiva, seremos capaces de identificar las diferentes alternativas de futuro para ayudar a los actores sociales (Estado, Empresarios, Trabajadores, Académicos y Sociedad Civil) a elegir la mejor de ellas y comenzar a construirla desde ahora. Además, entrega información valiosa para los procesos de planeamiento. Nos proporciona una forma sistemática de cómo manejar la incertidumbre y estar siempre preparados para aprovechar las oportunidades que el futuro nos tiene deparadas. Como resultado final, obtendremos mayor comunicación entre los diversos actores que muchas veces tienen ideas diferentes, concentración en el largo plazo, coordinación para formar alianzas, consenso creando una visión compartida de futuro que los peruanos queremos alcanzar, compromiso que nos impulse a implementar los cambios necesarios a la luz de los resultados de la prospectiva.
En relación, a la ética del carácter podemos decir que es necesario tener en cuenta “los principios fundamentales, que gobiernan la efectividad humana, leyes naturales de la dimensión humana que son tan reales, tan naturales, tan constantes como la gravitación universal”. Es decir la rectitud, la justicia, la humildad, la mesura, la integridad y la honestidad, la dignidad humana, la idea de servir y contribuir, de la calidad o excelencia, del potencial y crecimiento.
A la prospectiva y a la ética del carácter, debemos sumarle los nobles ideales de hacer patria, ideales que grandes peruanos nos han enseñado, sino recordemos las enseñanzas de los antiguos peruanos que enfrentaron con éxito la adversidad geográfica, las ideas e inquietudes de los emancipadores, así como, el pensamiento, palabra y acción de importantes políticos como José Carlos Mariátegui, Victor Raúl Haya De La Torre y Fernando Belaunde Terry de quien me permito recordar sus palabras: “Si los partidos políticos, sin claudicaciones, sin abdicación de su derecho a sostener gallardamente su propio ideario y programa, logran ponerse de acuerdo en torno a las grandes cuestiones que interesan primordialmente a la población, se cumplirá su destino histórico, consolidando la vida institucional de la República, que ha de ser la base de su prestigio, de su grandeza y de su bienestar”.
La gran coalición deberá permitirnos alcanzar el consenso, la conciliación nacional, para que de esa manera los peruanos en general, podamos caminar juntos hacia el futuro prometedor, levantando la bandera de la justicia y la solidaridad. Caminando con fe, amor, paz y esperanza.
Definitivamente la tarea no es fácil, remover las viejas prácticas que muchas de ellas nos han llevado a la situación que hoy vivimos es muy difícil. Sin embargo, debemos seguir buscando consensos, debemos seguir consolidando el Acuerdo Nacional. Las pequeñas cosas buenas se convierten en grandes cosas buenas, los pequeños actores pueden ser hacer grandes cosas, sino miremos a la pequeña gota de agua que por su persistencia perfora la dura piedra. En lo personal no pierdo la esperanza, de que algún día, los peruanos en general transitemos hermanados por el mismo camino y en la misma dirección. Tengo fe que la pequeña luz que nos da la esperanza, romperá la gran oscuridad de la indiferencia que hoy envuelve a millones de peruanos. Tengo la firme convicción de que los peruanos sabremos construir la gran coalición que nos permita salir Adelante.
miércoles, 9 de diciembre de 2009
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