lunes, 18 de enero de 2010

Mensaje a la juventud

Por:Mesias Guevara Amasifuen
Sobre la base del mensaje de Jorge Basadre

Apreciados jóvenes, tengan siempre presente que la humildad es la clave para avanzar por el camino de la vida; sin embargo, hay muchos que creen haberlo ganado todo, cuando ni siquiera han empezado a dar la gran batalla de su existencia. Es por tanto necesario trabajar con ahínco para alcanzar la excelencia, apoyándonos en una profunda formación física, moral, espiritual y mental.

En ese sentido, nuestras acciones deben basarse en la ética del carácter, la cual se sostiene en principios fundamentales, como son: la integridad, justicia social, equidad, dignidad humana, y honestidad, entre otros; los cuales no deben ser ajenos a los peruanos, puesto que somos herederos de nuestra Trilogía Andina, que predica honradez, laboriosidad y veracidad.

Por eso recordemos con humildad y templanza, el inmortal mensaje que nos dejó nuestro hermano Jorge Basadre.
“La primera cosa que tiene que hacer toda auténtica juventud es aprender a no venderse. Nada más grave para el futuro y para la salud moral de una nación que las asambleas de pusilánimes o aprovechadores venales cuyo lenguaje común es tratarse mutuamente como respetables.
No sólo los políticos, sino muchos grandes médicos y grandes abogados y profesores y aristócratas e intelectuales entran en esa lucrativa confraternidad.
El deber fundamental de un joven, es el de la decencia substancial. Para construirla y sostenerla, ningún material mejor que la indiferencia necesaria para que las naturalezas subalternas importen poco. Hay que aprender a decir que no en contra de uno mismo. Será el mejor acto que se pueda realizar en un país enfermo de consentir. Si en el espíritu de la nueva generación predomina la tendencia a decir que sí, hay que sospechar que la decadencia colectiva es tremenda. Pero nada tan sencillo aparentemente y tan difícil de hacer bien y tan delicado para realizar con rigor, nada tan arduo que requiera tanto coraje como ser hombres de afirmación y no de mera negación.
Sobre las ruinas de lo que se niega, hay que fundar lo positivo. La verdadera calidad de un espíritu depende del modo como prolonga hacia adelante su pensamiento y su acción bien parado en los pies propios, adherido con garras a las verdades sólidas y esenciales contra todos los elementos contingentes de la existencia exterior, sin confiar más que en el fruto de la dedicación de la vida a una labor clara y humana.
Quien no se sienta capaz de ser religiosamente honrado en su soledad, se condenará fácilmente a la perdición y por sonora que sea su creencia proclamada, por ruidosos que suenen los golpes que se da al pecho, se entregará fácilmente a la individual rapiña y a todo lo peor con tal de que le otorgue poder.
Acuérdense siempre los jóvenes de eso y busquen en torno suyo, a los que desdeñan el grito público y hacen de su retiro o de su callada acción la sola gloria capaz de interesarlos.
Desconfíen de los teóricos apurados por hacer de su orgullo un imperio y de los que en su arsenal recóndito sólo albergan como armas la calumnia, el insulto, la vejación. Es muy común que los gestos ampulosos cubran un sistema de miserias. Lo que un hombre es en su intimidad -esto es lo único que es.
Nada de lo anterior implica un consejo de puro intelectualismo. Tan peligroso como otros puede ser el mito de la cultura, llámese humanismo del Renacimiento, filosofismo del siglo XVIII, adoración del siglo XIX por la ciencia. Hay esclavos de bienes corporales -el dinero, el lujo, el predominio- como hay esclavos de bienes intelectuales -el libro, la educación, la fama. Tanto en las limitaciones especializadas del profesionalismo como en la frivolidad del diletantismo existe desde un ángulo distinto, análogo condenable divorcio entre la Inteligencia y la Realidad profunda.
Así como la ley fundamental de la economía no es la acumulación sino la utilización de los valores materiales en beneficio de las exigencias del hombre y de la civilización, también la ley fundamental de la cultura no es la acumulación del saber sino su adaptación al hombre para la realización completa de sus destinos.
El saber es como la riqueza. Fecundo cuando está al servicio del hombre; peligroso cuando está al servicio de sí mismo. De acuerdo con la jerarquía natural de los valores; no es el número de escuelas, ni el número de libros ni la cantidad de escritores lo que valoriza a un pueblo, sino la calidad de sus hombres y la naturaleza de su cultura, la sabiduría del corazón. Es el corazón lo que está en el centro del hombre total.” (Jorge Basadre)

Caminos profundos

Por: Mesias Guevara Amasifuen

Como gigantes inertes se levantan los cerros, en sus faldas, podemos divisar caseríos, distritos y algunas veces casas aisladas rodeadas de cafetales, naranjales, invernaderos donde el ganado pasta con tranquilidad. Quebradas pequeñas pero bullangueras discurren cuesta abajo. Resulta enigmático y misterioso ver brotar el agua, entre la montaña, es un “ojo” que generosamente nos da vida a través del agua. En la quietud de un día soleado, o bajo el melancólico día lluvioso siempre hay un jaeno y junto a él su familia, arando la tierra, pastando el ganado, cosechando el café, abriendo caminos, construyendo canales.
En las alturas de Jaén, a excepción de Bellavista, están ubicados la mayoría de sus distritos. Llegar a Pucará y Pomahuaca siempre ha sido fácil, por su cercanía a la carretera de penetración Olmos - Corral Quemado. De igual modo a San Felipe, pues la pendiente no es pronunciada como si lo es a Sallique.En cambio el camino para Chontalí es largo y sinuoso, hay fango y en muchos tramos se hace angosto y empinado, sin embargo, la compañía del río siempre está presente.
Para llegar a Colasay, hay que pasar por la Peña Blanca, tramo angosto que está junto a un abismo profundo. A Huabal arribamos por Shumba donde empieza el ascenso; para las Pirias, pasamos por Tumbillan. El río Chinchipe es testigo de nuestro camino rumbo a Santa Rosa. Tamborapa y la quebrada de Cochalán nos indican el camino a San José del Alto.
He tenido el privilegio de transitar por esos caminos profundos, que retan a la pendiente, el fango de la huella profunda, la lluvia y el lodazal. A muchas de ellas he visto construir porque tuve la oportunidad de acompañar a mi padre, ya que él como ingeniero con teodolito en mano las trazó. Fresco está en mi recuerdo cuando íbamos por Magllanal rumbo a Vista Alegre, La Palma hasta llegar a la Cascarilla.
Al ascender por el camino a Vista Alegre, sentado en la tolva de una camioneta pick up, a lo lejos se divisa un pequeño hilo, se trata del rio Marañón, que se pierde en la lejanía, débilmente el viento juega con mi cabello, más yo impávido sigo viendo la profundidad del paisaje, vuela mi imaginación hasta siento la frescura de las aguas del río, mojar mis pies y mi cabello acalorado por el sol.
Qué duda cabe, los caminos son serpenteantes y los valles hermosos son humedecidos por las aguas de los ríos y quebradas, unen a los pueblos. Definitivamente el peruano del Perú profundo, lleva en sus venas la tradición vial de los antiguos peruanos, de allí su vocación de servicio y su espíritu constructor. A pesar de las dificultades diarias, hombres y mujeres trabajan con esperanza por un Perú mejor, muchas veces acompañados de un huayno melodioso y melancólico. El Peruano es lo mejor que tiene el Perú.

domingo, 10 de enero de 2010

Cuando el balón dejó de rodar

Por: Mesías Guevara Amasifuen.

Rueda el balón, la calle polvorienta se ha convertido en un campo de futbol, con tesón y fervor corremos detrás del balón, no hay tregua ni compasión. Con convicción disparamos al arco hecho con dos piedras. El acuerdo era que los goles deberían ser a ras del suelo, por alto no vale. Ninguno de los equipos quiere perder, porque el que pierde sale. Nos tiramos en carretilla, cruje la tela del pantalón en señal que se ha roto. Parte de la piel de la rodilla se queda en el suelo, se siente el ardor que produce la fricción y corre un hilo de sangre. Se jugaba con pundonor, como si se tratara del campeonato mundial.
En mi equipo estaba Juan, que por el color oscuro de su piel, le decíamos “carne seca”, es que en Jaén el calor es intenso, tanto que dora la piel. A Juan le gustaba pararse en el arco, era un arquero muy peculiar, tenía una limitación física, de niño había sido víctima de la polio, esa dificultad lo superaba usando un palo en el cual se apoyaba para correr con firmeza. Era difícil hacerle goles, porque utilizaba el palo como parte de su humanidad.
Definitivamente en esos tiempos el balón corría, discurría con maestría en busca del arco contrario. El futbol siempre fue mi pasión, desde mi infancia en las calles de Jaén, jugué a no perder. Tuve como ídolos a los que jugaron en Mexico 70, a los que asistieron a Argentina 78 y España 82. Cuanta alegría y emoción sentía cuando veía a la bicolor saltar al gramado. Había seguridad que la selección tendría una gran actuación. Hoy esto suena a melancolía, la selección sale a cuidarse para no perder por goleada.
Los jugadores de hoy han perdido la convicción de ganar, en su mente solo hay lugar para pensar en cuidar la pierna y en el buen salario que ni siquiera saben cuidar. Alrededor de la mayoría de ellos hay una vedette, un celular o un automóvil cero kilómetros, equipado con parlantes estéreos y equipos que solo sintonizan salsa o una cumbia de moda.
El futbol no es cualquier deporte, es un deporte que involucra a la mayoría de los peruanos. Se practica en todos los rincones del Perú, en los diversos parajes podemos ver una canchita de futbol, casi todos con arcos enclenques, flacos y escuálidos como muchos de los jugadores. En la selva, en la sierra y en la costa siempre hay balón dispuesta a rodar delante de los ocasionales jugadores.
Al parecer las autoridades y dirigentes no se han percatado, que a través de este deporte podemos elevar la autoestima de los peruanos. Esto se puede comprobar cuando pierde o gana la selección.
Antes el campo era de tierra, después en algunos campos sembraron grass, hoy muchos están cubiertos con grass sintético. En la época de mis abuelos usaban la vejiga del pavo o del cerdo como balón de futbol, otros las hacían de trapo. Hoy hay balones de plástico y las profesionales son de alta tecnología.
En el campo o la zona rural del Perú muchos todavía juegan a pie limpio, otros usan ojotas (llanques), zapatillas chinas. Los más favorecidos usan zapatos Adidas y otros zapatos de alto costo y buena marca.
La indumentaria ni que decirlo, allí la diferencia también es abismal entre el amauter y el “profesional”. Unos apenas se ponen una camiseta y los otros tienen un uniforme de marca y muy costoso.
Antes el Futbol era una fiesta vecinal, participaba el barrio y la familia entera. Se juntaban alrededor del balón en un campo de futbol o en un callejero para dar rienda suelta a su pasión, el futbol.
Ahora a pocos les importa cuando juega la selección, antes era la máxima atracción hoy es una frustración. Dirigentes y jugadores cada día se empeñan por hacer un gran papelón, y según ellos tienen el alma de campeón, y son campeones pero en el bar.
Definitivamente la pelota de futbol dejo de rodar, es que ya no es redonda sino cuadrada, la decepción y la frustración han hecho posible esa transformación. Mientras tanto mi amigo Juan, el “carne seca”. Con su amplia sonrisa y apoyado en su palo sigue disputando ardorosos partidos.