miércoles, 9 de diciembre de 2009

El Gran Reto: Construir la Gran Nación

No cabe la menor duda, que nos ha tocado actuar en un escenario turbulento, muy propio de nuestros tiempos; agitado por infinidad de problemas políticos, económicos, sociales y tecnológicos. Las condiciones de perturbación e incertidumbre derivan, en parte, de un contexto internacional alterado por los efectos de una severa crisis del sistema financiero mundial, hasta ahora, dominado por el neoliberalismo; y, en cuanto a nuestro país propiamente se refiere, como consecuencia directa, de una larga y notoria pérdida de rumbo en la política del actual gobierno.

Nuestro pueblo, el Perú, demanda hoy más que nunca la instauración de una sociedad elevada, donde impere la justicia, solidaridad, seguridad, el orden e igualdad de oportunidades; por ello, somos conscientes que mientras nuestra vida cotidiana y futuro, sigan siendo afectados por la corrupción, el desempleo y pobreza, la realidad nos enrostrará dramáticos indicadores de mortalidad, morbilidad, desnutrición y analfabetismo, que son el natural caldo de cultivo de la violencia social.

Por ello compatriotas, es necesario y urgente, construir un país que nos permita a todos los peruanos, vivir en paz y armonía, sin exclusiones, ni temores, con pleno respeto a la diversidad cultural, igualdad de oportunidades y bienestar. Permítanme pues, compartir con ustedes el noble sueño de construir una Patria grande, de transformar nuestro país en una gran nación democrática, donde reine la verdad, la justicia, y honradez; que permita a nosotros sus hijos, disfrutar del trabajo pleno y la bonanza, en un ambiente de armonía y reconciliación de la conciencia nacional.


Tenemos pues ante nosotros, como prioritaria necesidad nacional, el gran reto de transformar el Estado y satisfacer las demandas sociales inaplazables; para lo cual debemos tener la capacidad de generar capacidad de gestión regional y local, sin reproducir nuevos centralismos: eliminando de raíz el negocio del poder en provecho propio, y el gasto fiscal improductivo; removiendo de esta manera, las formas mercantilistas de gobernar, que generan privilegio, marginación y más pobreza.

Sin embargo, somos conscientes, que para encontrar y sostener el rumbo, que nos permita salir del subdesarrollo, es necesario una actuación conjunta y solidaria de todos nosotros, en un marco de pleno respeto a los derechos ciudadanos y cumplimiento de los deberes correspondientes. Con mayor razón aún, si tomamos en cuenta, que la transformación de un país, debe sustentarse en la sabiduría creadora y acción solidaria de los pueblos, forjando ciudadanía, democracia y desarrollo desde abajo; reconociéndonos para el efecto, como un país heredero de una cultura milenaria, que supo encontrar en la participación social, el pilar fundamental de su desarrollo; y estableciendo para ello, un sistema de innovación nacional que nos permita generar conocimiento científico y desarrollo tecnológico.

Por ello, resulta necesario, crear una infraestructura básica apropiada, para viabilizar esta voluntad de hacer Patria; y para lo cual, urge emprender grandes obras de tipo vial, hidráulico, energético, telecomunicaciones y de vivienda; sin las cuales seguiremos atrapados en el subdesarrollo, en medio de grandes limitaciones materiales, estratégicas e instrumentales. Compatriotas, si esa es la ruta y el camino a seguir, entonces les propongo que rescatemos, la tradición vial, hidráulica, planificadora y de ayuda mutua, que heredamos de las sociedades prehispánicas, y que sin duda, nos ayudará a consolidar la Conquista del Perú por los peruanos.

Pero la tarea, sería inútil, si no atendemos al ser humano, razón de ser de todo este esfuerzo nacional; por lo que resulta básico promover el desarrollo de sus capacidades, y sentimientos basados en sólidos principios éticos y morales; que le permitan desenvolverse en todos los campos del saber y en la gestión de actividades económicas, sin desnaturalizar los grandes fines que la Nación toda persigue.

Esto, se complementa con el fomento, innovación y planificación de actividades emprendedoras, sin abandonar la espiritualidad que todo ser humano debe cultivar por si mismo, alentado por políticas rectoras que el Estado brinde teniendo como meta final, la realización del ser humano y satisfacción plena de sus necesidades; superando el atraso no sólo mediante la justa distribución del tener, sino también con la no por ello menos justa distribución del saber, y el fortalecimiento de la autoestima nacional. De lograrlo habremos efectuado una verdadera revolución en todo sentido.

Nos reafirmamos, también en el esfuerzo conjunto de abatir a la pobreza, para lo cual es necesario contar con más inversión, en más espacios y más manos, la misma que se oriente a los fines ya antedichos; para lo cual se ha de emprender una cruzada nacional que culmine con: brindar educación de calidad, y cultura a todos nuestros compatriotas. Es decir mejorando el saber; y en su dimensión la calificación laboral; generando empleo productivo, potenciando e innovando el aparato productivo, creando infraestructura, incrementando nuestras exportaciones, distribuyendo el ingreso con equidad e integrando las economías excluidas del país al mercado nacional y global.

Siguiendo los sabios consejos del mandato ancestral, hemos de optar por una cultura de paz y laboriosidad, donde los hombres y mujeres que habiten en nuestro territorio, tengan las mismas oportunidades de realización: y nuestros niños disfruten a plenitud de su inocencia, creciendo sanos, fuertes y con aptitud para continuar desarrollando todas sus potencialidades; donde nuestra juventud viva el presente y anticipe el porvenir, con esperanza y sin frustraciones; donde los ancianos sean vistos con respeto y escuchados; es decir , construir sin demora una gran Nación, donde impere la justicia social.

Debemos afirmar nuestro profundo amor por el Perú, el respeto a su ordenamiento jurídico; y la unión entre todos sus hijos; reconociendo la unidad nacional basada en la diversidad cultural; valorada esta, como un recurso real, para potenciar el desarrollo. Asimismo, expresamos nuestro respeto y admiración por los peruanos, que en base a su esfuerzo y honestidad, han sabido construir riqueza con emprendimiento y tenacidad, y muchos de ellos bajo condiciones no siempre propicias.

Estos ejemplos, nos han de dar luces para poder visualizar los mejores caminos de prosperidad y bienestar, sin olvidar jamás, que lo más noble y valioso que tiene nuestra Patria, es el peruano. Por eso: hermanos campesinos, obreros, artesanos, comerciantes, estudiantes y educadores, profesionales, trabajadores y empresarios de todos los campos de la actividad humana, hombres y mujeres de todas las edades y ámbitos del territorio nacional, donde quiera que se encuentren, recuerden siempre que todos somos indispensables en la tarea de hacer Patria y engrandecerla.


Finalmente, con mucha satisfacción debemos expresar, que recorrer el Perú nos llena de vitalidad. La nobleza de su gente, la biodiversidad que por doquier se manifiesta y nuestro inestimable patrimonio histórico-cultural, afirman de hecho nuestra confianza en nosotros mismos, y eleva nuestra autoestima. Elevemos una plegaria al Todopoderoso, para que guíe nuestros pasos, por la senda de la sabiduría, nos dé la suficiente humildad, para seguir aprendiendo a auscultar el alma popular, tener la capacidad de escucha para entender las cosas, rescatar las enseñanzas del Perú milenario, y reflexionar sobre sus pétreos mensajes, para poder forjar nuestra verdadera identidad nacional.

De igual modo, que nos dé la sabiduría necesaria para que podamos administrar adecuadamente los recursos naturales, que generosamente nos continua brindando la madre naturaleza, en beneficio de todos y no solo de un grupo minoritario. Estoy seguro que los peruanos sin exclusiones, saldremos adelante, convocando para el efecto a todas las voluntades en torno a los grandes objetivos nacionales compartidos, incluso ahora, en la particular coyuntura que nos afecta al igual que el resto de los países del mundo.

Démonos las manos y hagamos la gran cadena, para que en combinación con las fuerzas telúricas de los andes, nos dé la energía que nos permita caminar con firmeza y esperanza hacia el mañana prometedor.

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