lunes, 7 de diciembre de 2009

La Gran Actuación

Juan Díaz, es un hermoso caserío de Colasay, está cerca al río Chunchuca, y rodeado de fincas de café, naranjos, guabos, zapotes, pastizales y hermosos bosques. Se llega hacia el pueblo, cruzando un puente que está instalado sobre el río, inicialmente era artesanal, había sido hecho con troncos de la zona, ahora es de fierro y cemento.

En el camino nos encontramos con una piedra grande, desde allí podemos divisar las montañas, y el paisaje que invita a descansar con la tentación de quedarnos dormidos. La fresca brisa acaricia nuestras mejillas, el calor del sol te abraza con dulzura, la calma nos relaja, haciéndonos cerrar los ojos, abstrayéndonos del mundo real y viajar por un mundo de ensueño, los sentidos se concentran en el oído.

Es entonces cuando escuchamos al viento soplar, haciendo que las hojas verdes se muevan por doquier, son como aplausos que dan inicio a una gran función. El caudal del río también produce una agradable melodía, las aguas discurren cuesta abajo. Canta un gorrión, aletea una mariposa, zumba una avispa, el saltamontes ágilmente se eleva dando saltos. De manera organizada cruza una caravana de hormigas arrieras, en su lomo transportan pequeñas partes de una hoja. A lo lejos pasa una bandada de loros lanzando fuertes sonidos, todas graznan a la vez. Husmea el zorro astuto, raudamente una perdiz corre casi en el aire.

Un camaleón se desliza lentamente, vibra un colibrí en intenso aleteo vibratorio. El temible Macanche se mueve con sigilo, por el matorral. La escena de amor, lo pone una venada que junto a su cría, caminan con cautela en busca de alimento. Una abeja vuela detrás del néctar de las flores. Un ciempiés se pasea armoniosamente. Las termitas o el “comején” están en plena faena, su nido se ha convertido en la cabellera negra de un pequeño tronco. Una flor nace con frescura, un naranjo cae de maduro.

El campesino tala un árbol, corta leña y cultiva su chacra. A lo lejos, se divisa el humo que de una choza se levanta, es en señal que una campesina está preparando el alimento para su familia. Una turca, ave de cuello blanco se alimenta en la colpa. El choclan construye su nido, colgado de los árboles, lo particular es que el ingreso es por la parte inferior. Se escucha un silbido largo y profundo es un ave, cantando en señal de vida alegre.

El viento sopla, el sol calienta, caen pequeñas gotas avisando la llegada de una lluvia. En las hojas queda el rocío, la cual nos moja cuando las tocamos. Tímidamente la tierra se empapa, emanando un olor a tierra mojada. Las hojas verdes brillan por las gotas cristalinas. Los arboles se menean de un lado a otro.

Aquí, no hay lugar para preocuparse por la hora, por marcar tarjeta, por cerrar un negocio, por la bolsa de valores, por la inflación, por la crisis financiera internacional, por la carrera armamentista, por el rating. Todo es natural, nada es artificial. La soledad es hermosa, bella, misteriosa y profunda, nos permite escuchar el latir de nuestros corazones, así como sentir a nuestro torrente sanguíneo circular. Los pies desnudos pueden sentir el calor maternal de la tierra. Hay vida, hay una gran actuación.

Entre el follaje, se escucha una voz misteriosa, que al oído nos dice : ¡¡Mira el espectáculo, aplaude y vibra con entusiasmo, pero no te olvides, que eres parte de esta gran actuación, jamás olvides que eres parte de la naturaleza!!.

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