Muy ligera erráticamente vuela, llevada por el viento. Es una pluma, que ha sido arrancada del cuerpo de una anónima paloma. Al observarla, pienso en su fragilidad. Inclino la mirada al suelo, y me encuentro con una fila de pequeñas hormigas, que se desplazan de manera ordenada y sincronizada. Admirado por lo visto, con actitud reflexiva me dispongo a caminar, al tercer paso que doy, siento un ligero hincón en una de las plantas de mi pie, la cual no me permite caminar con tranquilidad, no le hago caso y sigo la marcha. Pero en el intento, el hincón se hace más doloroso, dificultando mi caminata. Decido sentarme, me quito el zapato de mi pie y encuentro una diminuta piedra.
La pluma, la hormiga y la diminuta piedra, solas no son nada. Pero agrupadas forman un todo diferente, las plumas forman el ropaje de un ave, las hormigas un ejercito de avanzada, las piedrecillas una gran montaña.
Así ocurre con las personas, solas no somos nada, pero es diferente cuando actúamos en equipo, cuando formamos una sociedad. El hombre, los animales, los vegetales, los minerales son partes de la naturaleza, parte de la tierra. La cual esta sincronizada con el cosmos y con su energía cósmica y universal.
El universo del cual somos parte, esta perfectamente sincronizada, sus movimientos son milimétricos y espectacularmente proporcionales. La arquitectura universal se pone de manifiesto, y la ingeniería se expresa en una dimensión sin precedentes. La energía fluye sin cesar y con fuerza transmitiendo vida.
En el universo, somos semejantes a la pequeña pluma, la inquieta hormiga y la diminuta piedra. Una de las diferencias es que: “El hombre tiene la palabra para transmitir el bien y el mal, lo justo y lo injusto”. Además de ello la capacidad de pensar. Cada uno de nosotros tiene un propósito en la vida, expresado en sueños y proyectos personales, muchas veces al no poder alcanzarlos hace que muchas personas sigan el camino de la frustración y del desengaño. De allí la necesidad, de que sepamos adonde vamos, para poder saber el camino que hemos de seguir. Las tentaciones están a la orden del día, por eso es importante el imperio de las virtudes. El mundo esta a la deriva porque el imperio de la justicia ha sido cambiado por la codicia y la humildad por la vanidad.
El equilibrio universal entre el sentimiento (amor) y el pensamiento (inteligencia) , que nos da la sabiduría, ha sido quebrado. De allí las guerras, los odios, los rencores, las ambiciones materiales. La espiritualidad para muchos se ha convertido en cursi y creer en Dios en debilidad. La soberbia hace que no queramos entender que ser espirituales es dominar a la bestia que cada uno de nosotros lo lleva adentro. La ignorancia y la superstición están gobernando el mundo. Hemos perdido la conciencia que cada uno de nosotros constituimos una pequeña pieza en la gran maquinaria cósmica y universal, nos hemos olvidado que tenemos el poder de crear nuestro propio mundo, de que el camino hacia la felicidad es la libertad. Hoy somos esclavos de nuestras bajas pasiones.
Con lamento, debemos aceptar que hemos perdido las conexiones entre el yo exterior con el yo interior, entre el yo y la tierra, entre el yo y el universo. De allí que cada día somos mas débiles e indefensos, nos gobiernan las bajas pasiones, muchos disfrutan con la desgracia del prójimo. Otros envidian el éxito de su hermano. Varios ambicionan el mal para sus colegas. Estos solo manejan el lenguaje pueril, transmitiendo palabras llenas de frustración y rencor. Hay leyes universales que explican lo que estamos hablando. Estas leyes son constantes como la ley de la gravitación universal. Como ella, existe “la Ley de la atracción”, que explica el comportamiento de las personas, manifiesta que todo lo que es igual se atrae, de manera sencilla se expresa a través del viejo dicho “dime con quien andas y te diré quien eres”. De esa manera se forman los grupos con sus propios intereses, gobernados por sus propias pasiones y virtudes. En el mundo se han formado grupos llenos de codicia, vanidad y ambiciosos por alcanzar el poder, que al alcanzarlo solo buscan satisfacer su ego personal. Hace poco hemos sido testigos de la crisis financiera internacional, miles de millones de dólares se movilizaron para tapar un hoyo negro, que curiosamente, “privatizaba la rentabilidad y socializaba el riesgo”. La pobreza y la desigualdad se han acentuado, millones de hombres y mujeres, no solo están privados del alimento, del vestido, de la salud, sino de disfrutar de la belleza del arte y de la naturaleza, “no solo del pan vive el hombre”.
En el mundo andino, estaba la filosofía de la complementaridad de los opuestos, expresando una autentica cosmovisión. Frente a wiracocha, estaban el Sol y la luna, el agua y el fuego, el agua y la tierra, el hombre y la mujer, etc. Esa cosmovisión los hizo grandes, los hizo conquistadores, reinaba el imperio de la ayuda mutua. Respetaban a la madre tierra y le daban a quien lo que les correspondía, es decir, eran justos más que generosos.
El desafío actual, esta en restaurar el equilibrio universal, y aunque parezca inverosímil la tarea le corresponde a cada de uno de nosotros. Los protagonistas de este gran suceso somos nosotros mismos.. La batalla se libra en nuestro mundo interior, allí están nuestros propios fantasmas, nuestras limitaciones que asfixian a nuestra actividad creadora, también están presentes nuestros temores que nos llevan a la inacción y a la parálisis total. Por eso es importante saber, que podemos engañar a nuestro prójimo, pero jamás podremos engañarnos a nosotros mismos. El mundo es nuestro y esta en nuestras manos, no lo dejemos discurrir.
domingo, 6 de diciembre de 2009
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