Por: Mesías Guevara Amasifuen
La política económica se fundamenta en las políticas macroeconómicas, sectoriales y sociales. La estabilidad macroeconómica, junto a la institucionalidad y a la tecnología sustentan la competitividad de un país.
Somos conscientes de la importancia que tiene la estabilidad macroeconómica, el reflejo de indicadores como inflación, tipo de cambio, riesgo país son elementos importantes de este factor. También debemos ser conscientes que al solamente preocuparnos por un término de la ecuación, haremos que se convierta en una inecuación.
En la actualidad encontramos que en nuestro país existe una inecuación, la misma que provoca conflictos sociales, los que a su vez originan atrasos y nos encaminan hacia el sub desarrollo. Esta inecuación se acentúa porque no se está dando la importancia a las políticas sectoriales. Diversas actividades productivas como el minero, pesquero, agrario, agroindustrial y el turismo, carecen de políticas que los induzcan a darle valor agregado.
En esta inecuación, se refleja que el modelo establecido es un modelo primario - exportador y de servicios, que ha convertido a nuestro país en un gran exportador de materias primas, el cual no genera empleo, solo genera desigualdad.
Urge darle mayor importancia a las políticas sectoriales y para que estas se consoliden, es importante desarrollar el acceso al crédito, desarrollar una política de Ciencia y Tecnología, una política de capacitación con el objetivo de alcanzar la conversión laboral, modernizar la infraestructura y ayudar a buscar mercados a nivel regional, nacional e internacional.
En esa inecuación también debemos tener en cuenta la identidad nacional y debe sustentarse en nuestra historia, en la geografía, en el peruano y en el mestizaje.
Es bueno precisar que para transitar de la inecuación hacia la ecuación, debemos pensar seguir por el camino que nos guíe hacia la producción y no por el de la distribución, es decir, los programas sociales deben darse de manera técnica y jamás deben politizarse. El peruano en general más que limosnas quiere un empleo digno que le permita ganarse el salario.
Lastimosamente la inecuación se está acentuando y eso lo podemos ver en los índices de pobreza y exclusión social, sobre todo en los pueblos donde están situados los grandes campamentos y emporios mineros. Hay ríos como el Mantaro que carecen de vida, sus aguas irresponsablemente han sido y siguen siendo contaminadas, hay nevados que están empezando a olvidar sus copos de nieve, bosques que están perdiendo la alegría de su inmensa espesura verde.
La inecuación lo podemos ver en los niveles salariales, en el poder adquisitivo, en el alza del costo de vida. En la desesperanza de las amas de casa, profesionales, y jóvenes que siguen pensando que el futuro promisorio está en el extranjero. la inecuación también está en el acceso a la salud, a la vivienda, a la educación y a la alimentación. También la encontramos en los regímenes laborales, todavía siguen vigentes los services, incluso a nivel del gobierno nacional.
Para transitar de la inecuación del subdesarrollo a la ecuación del desarrollo es necesario establecer la justicia. Porque sin Justicia jamás habrá desarrollo.
miércoles, 24 de marzo de 2010
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