lunes, 24 de mayo de 2010

Sueños de niños e ideales de hombres

Por: Mesias Guevara Amasifuen

Conforme se acerca el 28 de Julio, crece en el corazón de los peruanos el sentimiento patriótico, en especial en el de los niños. Mi rutina diaria, como la de muchísimos peruanos, empieza muy temprano. Uno de mis primeros deberes es llevar a mis pequeñas hijas al colegio, una va a inicial (Silvana) y las otras dos (Brenda y Camila) a primaria. En el trayecto entablamos una conversación fraternal, ellas me refieren las actividades que concitan la atención escolar en esta época del año.

Con entusiasmo, me cuentan que están preparando banderas rojas y blancas para adornar sus aulas, que están practicando danzas peruanas, que con el objetivo de celebrar el día de la patria sus maestras les están enseñando el significado de sus símbolos. Mientras conduzco el auto entre la llovizna de invierno, que no solo moja el pavimento sino que también enfría los huesos hasta el tuétano, la más pequeña me dice en voz alta: –Mira papi, cuántas banderas en las casas, cuántas banderas rojas y blancas. Miro por la ventanilla y, efectivamente, veo cómo las banderas flamean con orgullo, desafiando al viento y a la lluvia, se erigen hacia el cielo azul elevando una plegaria de esperanza por nuestro país.

Cuánta inocencia y amor por la patria encarnan los niños. Evocando mis años idos, llego hasta mi niñez y mi recuerdo trae al presente la imagen del tiempo pasado, cuando al igual que mis pequeñas hijas celebraba el día de la patria, cuando me preparaba para desfilar en la plaza de Jaén, aunque no con gallardía pero sí con la algarabía que desborda un corazón inocente.

Estoy seguro que al igual que yo, millones de peruanos han sentido la especial emoción de celebrar el día de la Patria, estoy seguro que ese sentimiento de niños también lo tuvieron los ministros, los jueces, los congresistas, el Presidente de la República, los alcaldes, los militares, los policías, los profesores, los periodistas, los médicos, los ingenieros, etc., todos sin excepción. La pregunta inquisidora y desafiante brota sin temor y agitada a los cuatro vientos ¿en qué momento se perdió el sentido patriótico, si en algún momento habitó en nuestros corazones regocijados y aún en nuestras mentes?

Con nostalgia miro a mis tres pequeñas niñas, pienso en el futuro que les depara, sobre todo en un mundo que cada día es más violento, y en un país como el nuestro, donde mucha gente no camina sino deambula buscando cómo sobrevivir. ¿Cómo puede ser posible que los niños de ayer, hoy jueces no se comporten altura de su alta investidura y responsabilidad, y que muchas veces pongan en peligro el principio elemental de la justicia plena? ¿Cómo puede ser posible qué los niños de ayer, hoy ministros, negocien nuestra patria con el sentido mezquino de sentir el poder en sus manos, olvidando que éste es pasajero? ¿Cómo puede ser posible qué los niños de ayer, hoy congresistas, cometan perjurio, juren ante el Dios de Abraham cumplir con la ley, trabajar por la Patria, y que al final terminen legislando a favor de ciertos grupos de poder, elaborando leyes que solo a ellos favorecen? ¿Cómo puede ser posible que el niño de ayer, hoy banquero, tenga hoy un espíritu usurero? ¿Cómo puede ser posible que los niños de ayer, hoy periodistas, se vean hipotecados a pequeños grupos con el único objetivo de parametrar la información? ¿Cómo puede ser posible que lo niños de ayer, hoy ciudadanos, hayamos perdido el sentido patriótico?

La anomia se ha institucionalizado en nuestro país, se ha perdido el respeto por la autoridad, las normas son violadas, las grandes empresas se empeñan en no cumplir y hacen caso omiso a la legislación nacional. Periodistas, agentes que propugnan la dictadura de la economía del mercado (reconozco el mercado pero no su dictadura) en nombre de la libre competencia, han avasallado y limitado la acción del Estado. Quieren imponernos recetas que han tenido éxito en Chicago o Manhattan, que han sido discutidas en Warton, Yale, y Harvard. Al hacerlo olvidan que la nuestra es otra realidad. En física existe la ley “a toda acción hay una reacción”, al final encuentran el equilibrio porque la suma de las fuerzas es cero. En nuestra economía la demanda no reacciona de manera similar a la presión de la oferta, simplemente porque no hay competencia, simplemente porque un gran porcentaje de nuestra población es pobre, muchos pertenecen a las zonas rurales y como tal obtienen ingresos económicos muy por debajo de la línea media aceptada.

No podemos pensar que en el Perú sólo deba existir un tipo de economía. Es urgente e importante que entendamos que nuestro país es pluricultural, es decir, que somos un país de países.

Muchos problemas nuestros, indudablemente radican en nuestra falta de identidad nacional, muchos no quieren aceptar que somos producto de diversas vertientes, no quieren entender que el Perú se ha formado “por vencedores y vencidos” pero que al final somos un crisol de pueblos y que por nuestras venas corren torrentes de gloria. El desencuentro y la dominación generaron el odio al español y el menosprecio al indio. Muchos han olvidado que provenimos de un país milenario, han perdido el orgullo Inca y pre-inca, han olvidado que somos un país rico en historia, quizá el más rico de Sudamérica. Han olvidado la histórica trilogía andina “no seas ocioso, no seas ladrón, no seas mentiroso” y se han empeñado en el institucionalizar la mentira, el odio. Han impuesto lo trivial a lo importante, lo necio a lo justo, la viveza a la sensatez.

Frente a esta situación los peruanos de buena voluntad, libres y de buenas costumbres ¿podemos quedarnos quietos y ver cómo saquean e incendian a nuestro país, la tierra en la que yacen nuestros antepasados, donde hemos nacido con nuestros sueños e ilusiones, donde queremos que nuestros hijos vivan en paz? ¿Podemos quedarnos cruzados de brazos y ver cómo los politiqueros se reparten los pocos recursos que cuenta nuestro país? ¿Podemos quedarnos quietos y ver cómo los jueces, ministros y congresistas se comportan de una manera desleal y mezquina con nuestra Patria? ¿Se justifica que sigamos dándoles cheques en blanco a esta gente, para que legislen el futuro de nuestros hijos? ¿Podemos seguir callando cuando vemos cómo los banqueros se enriquecen cobrando las tasas de interés más altas de la región?. ¡Claro que no!

Levantemos y caminemos juntos, por el camino de la libertad, de la justicia plena y de la ley de la hermandad para conquistar nuestro suelo patrio, construyamos nuestro propio destino, impulsemos una patria sólida, propugnando el espíritu emprendedor, fortaleciendo la pequeña y mediana empresa, estableciendo un estado apropiado ni grande ni pequeño sino adecuado, que regule, que proteja y promueva las inversiones.

Constituyamos una clase empresarial con profundo sentido patriótico, apoyemos al campesino dándole asistencia técnica, crédito financiero y apoyo para que comercialice sus productos, hagamos florecer la industria nacional, consolidemos nuestro sistema económico, seamos cautos en el manejo fiscal, establezcamos un liderazgo limpio y honesto.

Procuremos para nuestros niños y jóvenes una buena educación, alimentación y salud, garantizando a sus padres un justo salario a través del trabajo digno. Redistribuyamos riqueza generando trabajo sostenido a través de la industria y agroindustria, desarrollando productos para el mercado nacional e internacional. Consolidemos nuestro sistema democrático, dándole estabilidad política y jurídica, haciendo que el gobierno sea eficaz y eficiente. Fomentemos en nuestro suelo el imperio de la justicia, derrotando la impunidad.

Fortalezcamos la alianza Universidad-Gobierno-Empresa, triángulo del desarrollo. Desarrollemos tecnología y hagamos que ésta se convierta en nuestra ventaja competitiva, masifiquemos su desarrollo en los colegios, institutos y universidades. No olvidemos que el potencial del peruano está en su capacidad creadora e innovadora.

Levantemos nuestros corazones, que guiados por sentimientos puros nos orienten hacia la institucionalización de una sociedad justa, proclamada por nuestra historia, por nuestros héroes, por nuestros antepasados, por los millones de peruanos que esperan con razón ver a su clase dirigente, universitaria y profesional honesta, ponerse al frente de los problemas nacionales, desterrando a los impúdicos del manejo de la cosa pública en función de su exclusivo bienestar personal. El Perú nos demanda acción y entrega, combinemos nuestros sueños de niños con nuestros ideales de hombres, para forjar la patria gloriosa donde los peruanos vivamos con amor, fe, paz y esperanza. ¡¡Viva el Perú!!

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