Por: Mesias Guevara Amasifuen
Como gigantes inertes se levantan los cerros, en sus faldas, podemos divisar caseríos, distritos y algunas veces casas aisladas rodeadas de cafetales, naranjales, invernaderos donde el ganado pasta con tranquilidad. Quebradas pequeñas pero bullangueras discurren cuesta abajo. Resulta enigmático y misterioso ver brotar el agua, entre la montaña, es un “ojo” que generosamente nos da vida a través del agua. En la quietud de un día soleado, o bajo el melancólico día lluvioso siempre hay un jaeno y junto a él su familia, arando la tierra, pastando el ganado, cosechando el café, abriendo caminos, construyendo canales.
En las alturas de Jaén, a excepción de Bellavista, están ubicados la mayoría de sus distritos. Llegar a Pucará y Pomahuaca siempre ha sido fácil, por su cercanía a la carretera de penetración Olmos - Corral Quemado. De igual modo a San Felipe, pues la pendiente no es pronunciada como si lo es a Sallique.En cambio el camino para Chontalí es largo y sinuoso, hay fango y en muchos tramos se hace angosto y empinado, sin embargo, la compañía del río siempre está presente.
Para llegar a Colasay, hay que pasar por la Peña Blanca, tramo angosto que está junto a un abismo profundo. A Huabal arribamos por Shumba donde empieza el ascenso; para las Pirias, pasamos por Tumbillan. El río Chinchipe es testigo de nuestro camino rumbo a Santa Rosa. Tamborapa y la quebrada de Cochalán nos indican el camino a San José del Alto.
He tenido el privilegio de transitar por esos caminos profundos, que retan a la pendiente, el fango de la huella profunda, la lluvia y el lodazal. A muchas de ellas he visto construir porque tuve la oportunidad de acompañar a mi padre, ya que él como ingeniero con teodolito en mano las trazó. Fresco está en mi recuerdo cuando íbamos por Magllanal rumbo a Vista Alegre, La Palma hasta llegar a la Cascarilla.
Al ascender por el camino a Vista Alegre, sentado en la tolva de una camioneta pick up, a lo lejos se divisa un pequeño hilo, se trata del rio Marañón, que se pierde en la lejanía, débilmente el viento juega con mi cabello, más yo impávido sigo viendo la profundidad del paisaje, vuela mi imaginación hasta siento la frescura de las aguas del río, mojar mis pies y mi cabello acalorado por el sol.
Qué duda cabe, los caminos son serpenteantes y los valles hermosos son humedecidos por las aguas de los ríos y quebradas, unen a los pueblos. Definitivamente el peruano del Perú profundo, lleva en sus venas la tradición vial de los antiguos peruanos, de allí su vocación de servicio y su espíritu constructor. A pesar de las dificultades diarias, hombres y mujeres trabajan con esperanza por un Perú mejor, muchas veces acompañados de un huayno melodioso y melancólico. El Peruano es lo mejor que tiene el Perú.
lunes, 18 de enero de 2010
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