Por: Mesias Guevara Amasifuen
La política es una de la actividades
humanas más complejas, para entenderla
hay que verla de diferentes ángulos y apoyado de diversos enfoques. Al hacerlo
podemos decir que es un instrumento que nos ayuda a construir y desarrollar el
bienestar social, solucionando problemas a través de un real y efectivo manejo
de los recursos del estado. Pero si ese
es el fin, ¿porque muchos ciudadanos la rechazan y la ven como actividad casi
ilícita?
Sucede que en el escenario hay
otro protagonista y es el político, aquel por cuyas actuaciones y decisiones se
califica a él y a la política, llegando casi siempre a la generalización. Las personas
dedicadas a la política son pocos y es un pequeño mundo donde la mayoría son
politiqueros. Estos han convertido a la política
en su reino. Desconocen el concepto de patria.
Los politiqueros son reyezuelos,
se juntan para formar cofradías, se distribuyen en diversos partidos políticos
con el objetivo de ampliar su círculo de influencia y así poder defender intereses
subalternos. Al final se convierten en títeres de los grupos de poder. Estos
son peligrosos para la sociedad, actúan con mucha audacia y habilidad, compiten
con el camaleón cambian de acuerdo a la circunstancia, son afables y diplomáticos
en época electoral, fiscalizadores duros e implacables con sus adversarios cuando
buscan un titular, carismáticos y sonrientes cuando quieren tapar algún escándalo.
Son incoherentes dicen una cosa y hacen otra. En cierta oportunidad uno de
ellos hacía gala de su arte y manifestaba: “Al gobierno se entra por la
izquierda para gobernar con la derecha”.
Cuentan con diversas herramientas
tienen dinero a raudales y fácil acceso a medios de comunicación. Los programas
políticos de radio y televisión, no pueden salir al aire si estos no están
presentes, su opinión sesgada y parcializada no puede estar ausente. Muchas
veces sus opiniones no cuentan con la argumentación seria y el pueblo en
general queda sorprendido y decepcionado sobre todo por la tribuna que les dan.
Al politiquero no le importa el
país y su gente, solo esta para gritar, insultar e intimidar a los peruanos de
buena voluntad. Está para cuidar las espaldas de sus jefes a los que no
conocemos porque no dan la cara, son clandestinos y están tras bambalinas. El
politiquero se caracteriza por no tener escrúpulos, por usar como
argumento la mentira y la maledicencia, por negociar bajo la mesa sin
importarle los intereses nacionales, son amorales. No tienen ni principios ni
ética. Ven al estado como un botín al
que buscan saquear y esquilmar. Para ellos la política es un medio para
enriquecerse, manejan muy bien la componenda y el negociado, mezclan el negocio
privado con el público, idolatran la traición a la que ven como un medio para
alcanzar sus objetivos. El imperio de la ley no existe, viven en la época
feudal. Confieso que al momento de escribir estas líneas muchas caras conocidas
fuera y dentro de mi partido pasan por mi mente.
A los politiqueros hay que
combatirlos con firmeza y valentía, estos ponen en peligro el futuro de nuestro
país y de nuestra gente, en especial el de nuestros hijos y nietos. No podemos
ser indiferentes ante ellos, debemos desenmascararlos, así nos persigan y
levanten falsos infundios. Hay que jubilarlos no permitamos que se reciclen y que
cambien de discurso de acuerdo a su conveniencia. Usemos los medios
alternativos porque los medios tradicionales como radio y televisión están solo para los politiqueros, el Internet es
nuestro gran camino. Salgamos a las calles y viajemos por el Perú predicando
con argumentos sólidos contra los politiqueros. Que la escasez de dinero no sea
un obstáculo. Movilicémonos en combi, bus y canoas pero siempre con altivez y orgullo
de ser un peruano de bien. Hay que decirle al pueblo que la Política es un
instrumento real que nos permite solucionar nuestros problemas y que debemos
participar en ella de manera masiva, porque si no actuamos y participamos estamos
dando un cheque en blanco a los politiqueros, para que definan el destino de
nuestro país. Es la hora de la acción de los “viejos jóvenes” y de “los jóvenes,
jóvenes” porque el presente y el futuro nos pertenecen, construyámosla sin los
politiqueros.
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