sábado, 26 de diciembre de 2009

Luces en la montaña

A bordo de una vieja camioneta pick up, Con Adrian y otros amigos, partimos cuesta arriba, hacia las montañas de Colasay y Chontali, nos íbamos a visitar a los amigos y familiares. Nuestro vehículo llevaba muchos años encima, sus llantas estaban en lona, la suspensión hecha añicos. Los baches y las huellas, no solo remecían a la vieja estructura metálica de la camioneta, sino también a nuestros esqueletos.
El camino era sinuoso, pero el día hermoso, soleado y aireado por una fresca brisa. El esplendor en el verde valle era majestuoso, las ermitañas cabañas instaladas en las faldas de los cerros, emitían humo blanco en señal de vida y paz. Los que vamos en la tolva, de vez en cuando tenemos que inclinar la cabeza, para no ser alcanzados por las ramas de los arboles que se extendían sobre la trocha carrozable. No vale distraerse, sin embargo la belleza de la naturaleza hace que te embobes y entres en trance. Eso me ocurrió me distraje y no me percaté de una rama, que a pesar de mi reacción, rozó mi espalda rasgando mi camisa.
Un riachuelo con aguas cristalinas corta el camino. El conductor hábilmente mueve el timón para poder cruzarlo con éxito, el motor ruge, las llantas luchan por adherirse en las piedras mojadas, después de unos minutos estamos al otro lado del riachuelo, y otra vez estamos encaminados en la trocha carrozable rumbo a nuestro destino.
Horas antes, habíamos cruzado por el mítico puente blanco, según dicen es el más antiguo de la zona. Como no mencionar a “las tres aguas”, un fresco y mágico lugar, cubierto por leales arboles. Allí, el río besa a la montaña y ante el, el viajero sediento, reverentemente se inclina a beber de sus aguas. En el trayecto encontramos el Caserío “el cangrejo”, donde el amo y señor es don modesto, un viejo curandero, su casa estaba llena de hierbas y pócimas, el olor de aguardiente era dominante, a tal punto que inundaba el ambiente. Luego pasamos por Chunchuquillo, dinámico y acogedor centro poblado, formado por hombres y mujeres, de trabajo y de bien.
La pendiente hace rugir al motor, la marcha se hace lenta y el sol sigue calentando nuestro trayecto. Nos acompaña un abismo profundo que termina en el seno del río Chunchuca, que en su cauce sinuoso con fuerza discurre. En el, hay rápidos, pequeñas cataratas y apacibles remansos. Un Martín pescador (ave pequeña), sigiloso vuela en busca de alimento. En sus orillas la flor del carrizo lo engalana.
El carro se detiene, esta sediento. Burbujea el vapor del radiador, el chofer baja con su galonera en busca de agua, aprovechamos la oportunidad para estirar las piernas, nos bajamos y nos dirigimos a una finca que está instalada al lado del camino. Nos internamos en ella, al entrar nos recibe un generoso naranjo, cargado de naranjas, las cuales cogemos y comemos para calmar nuestra sed. Más allá no menos generosos están unos guayabos y unos guabos, ambos cargados de frutos. En los cafetales, resaltan los cafetos rojos.
La marcha se reinicia y seguimos cuesta arriba, admiramos el progreso de Palo Blanco, así como al nos menos bello Tabacal, que destaca al otro lado del río. Pasamos por piñas y llegamos a Chontalí, hermoso pueblo, formado por valerosos ciudadanos que dan todo su esfuerzo para progresar.
Después de visitar a los amigos y disfrutar de la corta pero agradable estancia. Nos disponemos a regresar por el camino trajinado. El día va llegando a su fin, la luz del Sol se va extinguiendo y la noche raudamente va llegando. Un manto negro nos empieza a cubrir, este nos envuelve hasta dejarnos totalmente débiles e indefensos, no podemos ver ni a nosotros mismos. La oscuridad es total.
La máquina de cuatro llantas, empieza a rodar por el camino barroso, que horas antes habíamos transitado. Para poder avanzar, enciende sus pequeños faros, los mismos que emiten luces tenues. El camino por el que vamos, lo vemos con dificultad por eso la marcha se hace lenta. Por la vejez del Carro, el sistema eléctrico empieza a fallar, el trajinado alternador ya no tiene fuerzas para generar electricidad, por eso se hace difícil alimentar a los pequeños focos. La luz empieza a parpadear, primero es lento y luego se hace rápido hasta dejarnos en la absoluta obscuridad. El conductor bruscamente detiene la marcha, saca una linterna intenta reparar la falla. Abre el porta fusibles no encuentra nada averiado, con voz de cansancio y derrotado nos dice: El alternador se ha cruzado, no lo puedo reparar, pasaremos aquí la noche y partiremos al alba.
Siguiendo las instrucciones del conductor, nos acomodamos en la tolva de la camioneta y nos disponemos a descansar. Al intentar ponernos a buen recaudo, un haz de luz cae sobre nosotros y nos saca de la oscuridad. Sorprendidos por el hecho, levantamos la mirada y vemos a la Luna, que se abre paso entre las oscuras nubes. En ese momento, me digo a mi mismo: “Dios mío, que hermosa es la luna y está muy cerca de mi”. Ingenuamente estiré mis manos intentando tocarla.
La luna, despeja a las nubes oscuras. Hasta permitirnos ver el cielo azul y en el, millones de estrellas prendidas. En minutos pasamos de la oscuridad total a la claridad sideral. La luna y las estrellas reinaban en el firmamento. En ese instante el camino lo podíamos ver con facilidad. No salíamos de nuestro asombro, cuando sentimos que empezamos a movernos, no estábamos rodando sobre el agujereado camino, estábamos volando sobre la ruta del camino. Una fuerza extraña nos empujaba hacia adelante, era como un viento de abril, es decir fresco y algo húmedo. La luz de la luna, se hizo más intenso, a tal punto que se reflejaba en las aguas del río, convirtiéndolo en un espejo, que reflejaba la luz iluminando lo que estaba a su alrededor.
En el trajín, maravillado por el hermoso espectáculo que estaban viendo mis ojos, dirigí la mirada hacia las montañas, hacia los gigantes inertes, que por cierto todos estaban cubiertos con ponchos verdes, formado por los arboles. Sobre ellos la luz era más intenso, a tal punto que los penetraba, hasta su profundidad. La intensidad de la luz que penetraba en las montañas, hacía que de ella se emitan unas luces de color rojo intenso, era hermoso lo que estábamos viendo. En las entrañas de la montaña, habían muchos destellos, ¿Qué es eso? me pregunté. Adrian me dice: Es oro. ¿Oro?, volví a preguntar. Sí, me vuelve a responder, en estas montañas hay mucho oro, incluso en los ríos lo puedes encontrar. Intuitivamente miré al río y efectivamente del fondo de sus aguas salían las mismas luces, que eran rojas e intensas. La quietud era sin igual, los arboles tranquilos se levantaban en su plenitud hacia arriba, en señal de vida. Cerca a nosotros habían árboles, al mirarlos noté que la luz también los penetraba, pude ver sus cortezas y su composición interna, en ellos habían destellos verdes claros con señales de color amarillo. La perfección era impresionante. Las flores, las aves, los peces, las piedras, todos los animales eran penetrados por la luz y de ellos también habían destellos de luces. Entre mí me decía debe ser su aurea. Al mirarnos entre nosotros notamos que la luz también nos penetraba, y emitíamos un destello de luz que justo salía de nuestros corazones.
El paisaje era bello, habían destellos multicolores que se reflejaban en el rio y se levantaban en la noche oscura, cual holograma sideral, poético y misterioso. Los haces de la luz nos habían llevado a las entrañas de la naturaleza, era una gran radiografía de esa porción de la tierra.
¿Qué es esto?, ¿Qué está pasando? Pregunté en voz alta. Adrian nuevamente muy diligente me dice: Es una revelación, la madre tierra a través de la luna nos está revelando, la esencia, la armonía y el equilibrio de este valle y de la naturaleza en general. La esencia manifiesta que todo es energía, la armonía refleja que todo debe estar en su lugar y el equilibrio proyecta la divina proporcionalidad. ¿Revelación? ¿Por qué a nosotros? Adrian murmuró, la madre tierra quiere que le digamos al mundo que es imperativo que la respetemos, que no todo es dinero y que el tiempo se está agotando.
¿Cómo sabes eso? Le pregunté. Soy descendiente de maestros espirituales, me respondió. Mi abuelo fue un gran maestro curandero, tenía el don de conversar con los animales, de ver el futuro a través de las estrellas. En noches serenas, salía al campo se sentaba sobre las verdes hierbas y extendía los brazos abriendo su pecho, dirigiendo su mirada al cielo, y a la vez entonaba una canción. En sus últimos días me contó que algo similar a esto le había sucedido. Por eso dedicó su vida a cuidar y a defender a la naturaleza. Al terminar su alocución, Adrian, inclinó su mirada, estaba muy triste, algunas lagrimas brotaron de sus ojos. ¿Por qué lloras?, le pregunté. Con la voz entrecortada me respondió: me preocupa la revelación. Sucede, que hace unas semanas atrás, nos ha llegado la noticia que varias corporaciones extranjeras estarían viniendo con sus maquinarias a realizar exploraciones y que luego harán la extracción del oro. Dicen que la dirección de concesiones del Ministerio de Energía y Minas, les habría dado en concesión todas estas montañas, así como la autorización plena para que puedan usar las aguas de nuestros ríos. En estas montañas he vivido toda mi vida y a si como yo, mis padres, mis abuelos y los padres de mis abuelos. Todo lo mágico que se nos ha revelado, desaparecerá. Las corporaciones son fuertes, tienen el apoyo del gobierno, y nos han dicho que debemos retirarnos para que puedan trabajar con libertad. Si ponemos resistencia, vendrá la policía a poner orden. Puse mi mano en su hombro intentando calmarlo.
Mas el tiempo siguió pasando, sin darnos cuenta, estábamos cerca a Chunchuquillo, la camioneta estaba rodando las luces se habían arreglado, la hermosa luna con su intensa luz, muy rauda, como vino se fue y del espectáculo fulgurante solo quedaba en nosotros un grato recuerdo. Sugerí que durmiéramos en Chunchuquillo y así lo hicimos.
Al instante nos quedamos profundamente dormidos. El ajetreo de la vida cotidiana me despertó, al hacerlo estaba en mi habitación, busque a la vieja camioneta y a mis amigos pero no los encontré, todo había sido un sueño. Prendí la televisión y me encontré con el reclame de la película 2012 y con las noticias que daban cuenta del fracaso de la cumbre de Cophenague, los noticieros afirmaban que el fracasó era producto de la arrogancia y la soberbia de ciertos líderes mundiales, que no quieren entender que con sus actos nos están llevando al despeñadero. Los diarios hablaban del calentamiento global. Camino hacia mi trabajo voy pensando en lo que se me había revelado, sin embargo, el mundanal ruido producido por las bocinas de los carros, no permitió que me concentre, tuve que contener la respiración porque un bus pasó junto a mí, emitiendo grandes cantidades de humo negro los cuales se iban hacia el cielo lacerando su ser. Aceleré la marcha porque un conductor al frente de su viejo automóvil amenazaba con atropellar mi humanidad, este avanzaba a toda velocidad sin respetar las señales de tránsito. Ante todo esto, la tierra sigue girando, el sol sigue brillando y la luna a las noches iluminando, mas el hombre sigue actuando dopado por la codicia y la vanidad. Y en mi, estan las luces de la montaña.

jueves, 24 de diciembre de 2009

Feliz Navidad

Estimados amigos:

Por la presente les hago llegar mis mejores deseos y parabienes, esperando que la dicha y la felicidad les acompañen en esta Navidad y que el amor, la fe, la paz y la esperanza reinen en sus hogares.

Y que en el 2010, se hagan realidad todos sus sueños y proyectos. Que el exito les acompañe, todos ustedes se lo merecen.

Son mis mejores deseos para ustedes y sus familias.

Mesías

P.D. Sigamos trabajando por un mundo mejor

miércoles, 16 de diciembre de 2009

La danza de la lluvia

El clima es errático, el matemático Lorentz, decía: “El aleteo de una Mariposa en la selva del Brasil, puede ocasionar un diluvio en Chicago”, para entender el comportamiento errático del clima, se usa la teoría del caos, que se sustenta en ecuaciones matemáticas un poco complicadas para el común de la gente.

El clima de Jaén, no es la excepción. Con frecuencia el cielo iluminado por el sol radiante cambia y se pone gris, se oscurece, se escucha el rugido del trueno, pareciera que arriba un gran derrumbe se estuviera produciendo, una estampida, o la erupción de un gran volcán.El ruido siempre causa inquietud , así haya costumbre por escucharlos, los truenos son como el aviso de una gran función. Los destellos de los relámpagos no se hacen esperar, el flash de manera fugaz ilumina el cielo. Empieza la función todos vamos a apreciar la danza de la lluvia.

La lluvia alegre y muy coqueta cae del cielo. En pocos minutos las calles polvorientas de Jaén se humedecen, luego se convierten en pequeños riachuelos, arrasando a su paso desmontes, y todo lo que encuentra a su paso, el agua se pierde por las chacras de Jaén. La gente corre debajo de los cobertizos para protegerse de la lluvia que moja todo sin piedad. En circunstancia similar con mis amigos corríamos debajo de la lluvia, mirábamos con melancolía la acción de la lluvia que danzaba bajo nuestras cabezas. Al finalizar la lluvia, el suelo quedaba húmedo y en varios sitios había charcos, las golondrinas hacían su aparición y con las “hormigas culonas” que al sentirnos, presurosas corrían a esconderse entre los hoyos que había.

Hoy, mucho se habla del cambio climático, esto se produce por el calentamiento global, lastimosamente el ciclo hidrológico, por la acción irresponsable del hombre, se ha visto afectado. Muchas veces la hermosura de la danza de la lluvia ya no lo apreciamos porque origina grandes inundaciones o porque se producen sequías. Un gran honor ha sido y es para mí, poder disfrutar de la danza de la lluvia, correr bajo ella o simplemente sentado en la vereda verla caer y luego como un río por las calles discurrir.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

El Gran Reto: Construir la Gran Nación

No cabe la menor duda, que nos ha tocado actuar en un escenario turbulento, muy propio de nuestros tiempos; agitado por infinidad de problemas políticos, económicos, sociales y tecnológicos. Las condiciones de perturbación e incertidumbre derivan, en parte, de un contexto internacional alterado por los efectos de una severa crisis del sistema financiero mundial, hasta ahora, dominado por el neoliberalismo; y, en cuanto a nuestro país propiamente se refiere, como consecuencia directa, de una larga y notoria pérdida de rumbo en la política del actual gobierno.

Nuestro pueblo, el Perú, demanda hoy más que nunca la instauración de una sociedad elevada, donde impere la justicia, solidaridad, seguridad, el orden e igualdad de oportunidades; por ello, somos conscientes que mientras nuestra vida cotidiana y futuro, sigan siendo afectados por la corrupción, el desempleo y pobreza, la realidad nos enrostrará dramáticos indicadores de mortalidad, morbilidad, desnutrición y analfabetismo, que son el natural caldo de cultivo de la violencia social.

Por ello compatriotas, es necesario y urgente, construir un país que nos permita a todos los peruanos, vivir en paz y armonía, sin exclusiones, ni temores, con pleno respeto a la diversidad cultural, igualdad de oportunidades y bienestar. Permítanme pues, compartir con ustedes el noble sueño de construir una Patria grande, de transformar nuestro país en una gran nación democrática, donde reine la verdad, la justicia, y honradez; que permita a nosotros sus hijos, disfrutar del trabajo pleno y la bonanza, en un ambiente de armonía y reconciliación de la conciencia nacional.


Tenemos pues ante nosotros, como prioritaria necesidad nacional, el gran reto de transformar el Estado y satisfacer las demandas sociales inaplazables; para lo cual debemos tener la capacidad de generar capacidad de gestión regional y local, sin reproducir nuevos centralismos: eliminando de raíz el negocio del poder en provecho propio, y el gasto fiscal improductivo; removiendo de esta manera, las formas mercantilistas de gobernar, que generan privilegio, marginación y más pobreza.

Sin embargo, somos conscientes, que para encontrar y sostener el rumbo, que nos permita salir del subdesarrollo, es necesario una actuación conjunta y solidaria de todos nosotros, en un marco de pleno respeto a los derechos ciudadanos y cumplimiento de los deberes correspondientes. Con mayor razón aún, si tomamos en cuenta, que la transformación de un país, debe sustentarse en la sabiduría creadora y acción solidaria de los pueblos, forjando ciudadanía, democracia y desarrollo desde abajo; reconociéndonos para el efecto, como un país heredero de una cultura milenaria, que supo encontrar en la participación social, el pilar fundamental de su desarrollo; y estableciendo para ello, un sistema de innovación nacional que nos permita generar conocimiento científico y desarrollo tecnológico.

Por ello, resulta necesario, crear una infraestructura básica apropiada, para viabilizar esta voluntad de hacer Patria; y para lo cual, urge emprender grandes obras de tipo vial, hidráulico, energético, telecomunicaciones y de vivienda; sin las cuales seguiremos atrapados en el subdesarrollo, en medio de grandes limitaciones materiales, estratégicas e instrumentales. Compatriotas, si esa es la ruta y el camino a seguir, entonces les propongo que rescatemos, la tradición vial, hidráulica, planificadora y de ayuda mutua, que heredamos de las sociedades prehispánicas, y que sin duda, nos ayudará a consolidar la Conquista del Perú por los peruanos.

Pero la tarea, sería inútil, si no atendemos al ser humano, razón de ser de todo este esfuerzo nacional; por lo que resulta básico promover el desarrollo de sus capacidades, y sentimientos basados en sólidos principios éticos y morales; que le permitan desenvolverse en todos los campos del saber y en la gestión de actividades económicas, sin desnaturalizar los grandes fines que la Nación toda persigue.

Esto, se complementa con el fomento, innovación y planificación de actividades emprendedoras, sin abandonar la espiritualidad que todo ser humano debe cultivar por si mismo, alentado por políticas rectoras que el Estado brinde teniendo como meta final, la realización del ser humano y satisfacción plena de sus necesidades; superando el atraso no sólo mediante la justa distribución del tener, sino también con la no por ello menos justa distribución del saber, y el fortalecimiento de la autoestima nacional. De lograrlo habremos efectuado una verdadera revolución en todo sentido.

Nos reafirmamos, también en el esfuerzo conjunto de abatir a la pobreza, para lo cual es necesario contar con más inversión, en más espacios y más manos, la misma que se oriente a los fines ya antedichos; para lo cual se ha de emprender una cruzada nacional que culmine con: brindar educación de calidad, y cultura a todos nuestros compatriotas. Es decir mejorando el saber; y en su dimensión la calificación laboral; generando empleo productivo, potenciando e innovando el aparato productivo, creando infraestructura, incrementando nuestras exportaciones, distribuyendo el ingreso con equidad e integrando las economías excluidas del país al mercado nacional y global.

Siguiendo los sabios consejos del mandato ancestral, hemos de optar por una cultura de paz y laboriosidad, donde los hombres y mujeres que habiten en nuestro territorio, tengan las mismas oportunidades de realización: y nuestros niños disfruten a plenitud de su inocencia, creciendo sanos, fuertes y con aptitud para continuar desarrollando todas sus potencialidades; donde nuestra juventud viva el presente y anticipe el porvenir, con esperanza y sin frustraciones; donde los ancianos sean vistos con respeto y escuchados; es decir , construir sin demora una gran Nación, donde impere la justicia social.

Debemos afirmar nuestro profundo amor por el Perú, el respeto a su ordenamiento jurídico; y la unión entre todos sus hijos; reconociendo la unidad nacional basada en la diversidad cultural; valorada esta, como un recurso real, para potenciar el desarrollo. Asimismo, expresamos nuestro respeto y admiración por los peruanos, que en base a su esfuerzo y honestidad, han sabido construir riqueza con emprendimiento y tenacidad, y muchos de ellos bajo condiciones no siempre propicias.

Estos ejemplos, nos han de dar luces para poder visualizar los mejores caminos de prosperidad y bienestar, sin olvidar jamás, que lo más noble y valioso que tiene nuestra Patria, es el peruano. Por eso: hermanos campesinos, obreros, artesanos, comerciantes, estudiantes y educadores, profesionales, trabajadores y empresarios de todos los campos de la actividad humana, hombres y mujeres de todas las edades y ámbitos del territorio nacional, donde quiera que se encuentren, recuerden siempre que todos somos indispensables en la tarea de hacer Patria y engrandecerla.


Finalmente, con mucha satisfacción debemos expresar, que recorrer el Perú nos llena de vitalidad. La nobleza de su gente, la biodiversidad que por doquier se manifiesta y nuestro inestimable patrimonio histórico-cultural, afirman de hecho nuestra confianza en nosotros mismos, y eleva nuestra autoestima. Elevemos una plegaria al Todopoderoso, para que guíe nuestros pasos, por la senda de la sabiduría, nos dé la suficiente humildad, para seguir aprendiendo a auscultar el alma popular, tener la capacidad de escucha para entender las cosas, rescatar las enseñanzas del Perú milenario, y reflexionar sobre sus pétreos mensajes, para poder forjar nuestra verdadera identidad nacional.

De igual modo, que nos dé la sabiduría necesaria para que podamos administrar adecuadamente los recursos naturales, que generosamente nos continua brindando la madre naturaleza, en beneficio de todos y no solo de un grupo minoritario. Estoy seguro que los peruanos sin exclusiones, saldremos adelante, convocando para el efecto a todas las voluntades en torno a los grandes objetivos nacionales compartidos, incluso ahora, en la particular coyuntura que nos afecta al igual que el resto de los países del mundo.

Démonos las manos y hagamos la gran cadena, para que en combinación con las fuerzas telúricas de los andes, nos dé la energía que nos permita caminar con firmeza y esperanza hacia el mañana prometedor.

La Gran Coalición

Los que creemos en el consenso, en la concertación, en el diálogo, en la democracia, en la gobernabilidad y en la estabilidad política de nuestro país. Siempre asistimos a las convocatorias del Acuerdo Nacional, con la esperanza y el firme propósito de poner un granito de arena en el noble ideal de hacer patria, aquella patria donde debe reinar la justicia y la equidad, donde haya oportunidad para todos sin ninguna clase de distingos, donde no exista la exclusión, ni la supremacía de elites tecnócratas, que muchas veces de manera monolítica se ponen al servicio de las minorías dominantes. Es que nuestro pueblo, el Perú, demanda hoy más que nunca la instauración de una sociedad elevada, donde imperen la justicia, solidaridad, seguridad, el orden e igualdad de oportunidades; por ello, mientras nuestra vida cotidiana y futuro, sigan siendo afectados por la corrupción, el desempleo y pobreza, la realidad nos enrostrará dramáticos indicadores de mortalidad, morbilidad, desnutrición y analfabetismo, que son el natural caldo de cultivo de la violencia social.

Frente a ello como objetivo nacional, debemos reafirmamos en la necesidad de realizar un esfuerzo conjunto para abatir la pobreza. Urge contar con más inversión, en más espacios y más manos, siempre orientada a los fines ya antedichos; para esto se ha de emprender una cruzada nacional que culmine con brindar educación de calidad y cultura a todos nuestros compatriotas. Es decir, mejorando el saber; y, en su dimensión de calificación laboral, generando empleo productivo, potenciando e innovando el aparato productivo, creando infraestructura, incrementando nuestras exportaciones, distribuyendo el ingreso con equidad e integrando las economías excluidas del país al mercado nacional y global.
Para alcanzar los objetivos nacionales debemos de enmarcarlos dentro de un plan de desarrollo nacional que en su estructura considere la visión, los objetivos, las estrategias y las acciones, salvo pequeñas precisiones, creo que podemos estar de acuerdo en esta estructura. Sabemos que los objetivos son los qué y las estrategias los cómos. Sin embargo hasta ahora nos hemos sido capaces de encontrar el puente que una a los objetivos con las estrategias de manera consensuada.
Las diversas fuerzas políticas, sociales, académicas, profesionales, empresariales y sindicales deben estar incluidas en esta tarea, no olvidemos que todas ellas representan a diversos grupos de intereses a los que podemos llamarlos stakeholders, que en su esencia tienen como obligación cooperar, porque tienen un objetivo común, que es sostener la vigencia y permanencia del estado peruano. Lo cual nos obliga a compartir una misma visión de futuro, es decir, ponernos de acuerdo en que país queremos vivir.
Se producirá la consolidación de un plan de desarrollo nacional, si somos capaces de concretar una gran coalición. Esa coalición entre otros aspectos debe sostenerse en herramientas como la prospectiva y en la ética del carácter.
A través de la prospectiva, seremos capaces de identificar las diferentes alternativas de futuro para ayudar a los actores sociales (Estado, Empresarios, Trabajadores, Académicos y Sociedad Civil) a elegir la mejor de ellas y comenzar a construirla desde ahora. Además, entrega información valiosa para los procesos de planeamiento. Nos proporciona una forma sistemática de cómo manejar la incertidumbre y estar siempre preparados para aprovechar las oportunidades que el futuro nos tiene deparadas. Como resultado final, obtendremos mayor comunicación entre los diversos actores que muchas veces tienen ideas diferentes, concentración en el largo plazo, coordinación para formar alianzas, consenso creando una visión compartida de futuro que los peruanos queremos alcanzar, compromiso que nos impulse a implementar los cambios necesarios a la luz de los resultados de la prospectiva.

En relación, a la ética del carácter podemos decir que es necesario tener en cuenta “los principios fundamentales, que gobiernan la efectividad humana, leyes naturales de la dimensión humana que son tan reales, tan naturales, tan constantes como la gravitación universal”. Es decir la rectitud, la justicia, la humildad, la mesura, la integridad y la honestidad, la dignidad humana, la idea de servir y contribuir, de la calidad o excelencia, del potencial y crecimiento.
A la prospectiva y a la ética del carácter, debemos sumarle los nobles ideales de hacer patria, ideales que grandes peruanos nos han enseñado, sino recordemos las enseñanzas de los antiguos peruanos que enfrentaron con éxito la adversidad geográfica, las ideas e inquietudes de los emancipadores, así como, el pensamiento, palabra y acción de importantes políticos como José Carlos Mariátegui, Victor Raúl Haya De La Torre y Fernando Belaunde Terry de quien me permito recordar sus palabras: “Si los partidos políticos, sin claudicaciones, sin abdicación de su derecho a sostener gallardamente su propio ideario y programa, logran ponerse de acuerdo en torno a las grandes cuestiones que interesan primordialmente a la población, se cumplirá su destino histórico, consolidando la vida institucional de la República, que ha de ser la base de su prestigio, de su grandeza y de su bienestar”.
La gran coalición deberá permitirnos alcanzar el consenso, la conciliación nacional, para que de esa manera los peruanos en general, podamos caminar juntos hacia el futuro prometedor, levantando la bandera de la justicia y la solidaridad. Caminando con fe, amor, paz y esperanza.
Definitivamente la tarea no es fácil, remover las viejas prácticas que muchas de ellas nos han llevado a la situación que hoy vivimos es muy difícil. Sin embargo, debemos seguir buscando consensos, debemos seguir consolidando el Acuerdo Nacional. Las pequeñas cosas buenas se convierten en grandes cosas buenas, los pequeños actores pueden ser hacer grandes cosas, sino miremos a la pequeña gota de agua que por su persistencia perfora la dura piedra. En lo personal no pierdo la esperanza, de que algún día, los peruanos en general transitemos hermanados por el mismo camino y en la misma dirección. Tengo fe que la pequeña luz que nos da la esperanza, romperá la gran oscuridad de la indiferencia que hoy envuelve a millones de peruanos. Tengo la firme convicción de que los peruanos sabremos construir la gran coalición que nos permita salir Adelante.

martes, 8 de diciembre de 2009

La Peña Blanca

Cada fin de semana era costumbre ir de Jaén a Colasay, para visitar a mi abuelo, Don Mesías Guevara Olano. Él era un ciudadano ejemplar y muy querido por todos sus vecinos, siempre andaba preocupado por el quehacer comunal, era muy hábil con la concertina la cual utilizaba para acompañar y entonar hermosas melodías. En la década de los sesenta fue elegido alcalde, era el inicio de la elección de esta autoridad municipal a través del voto directo secreto y universal, se había dejado de lado la nominación entre “vecinos notables”.

Su espíritu era inquieto, siempre estaba preocupado en hacer y construir cosas. Una vez, aprovechando su experiencia en la construcción de molinos, cuyas ruedas de madera eran movidas por la acción del agua, intentó generar luz eléctrica, utilizando un alternador, que era accionada por la fuerza del agua, al llegar el día de ponerla en marcha, logró generar energía por pocos instantes ya que el río creció y se llevó la turbina de madera.

Era constructor, panadero, agricultor, comerciante, pero sobre todo un hombre de bien. En la plaza de armas tenía un pequeño quiosco de madera, donde atendía a sus vecinos, era el punto de encuentro, allí se mantenían largas y amigables tertulias, en ellas siempre estaba presente la inquieta idea de hacer alguna obra. Como la de crear el colegio secundario, hoy llamado Tahuantinsuyo.

Para ir a Colasay, en el caserío Playa Azul ( ubicado en la carretera Olmos Corral Quemado) nos desviamos y emprendemos un camino ascendente, la marcha es lenta porque el camino es escabroso y angosto, en nuestro ascenso encontramos el sitio denominado “peña blanca”. En este sitio, el camino es angosto solo puede pasar un vehículo. Aquí los ingenieros le ganaron espacio a la montaña rocosa, al otro lado hay abismo con una pronunciada y amenazadora profundidad.

En uno de nuestros viajes de fin de semana, nos topamos con una persistente llovizna, viajábamos en un camioncito que llevaba frutas de la costa como uvas. Por la pendiente y la llovizna, el ascenso era lento. Al llegar a la Peña Blanca nos detuvimos, no se podía pasar, una gran piedra había caído en la plataforma de la carretera.

Con mucha curiosidad bajamos a ver lo que estaba sucediendo, para mi alegría y sorpresa, vi a mi abuelo al frente de una cuadrilla que trabajaba con ahínco, su objetivo era quitar la roca del camino. Mi abuelo, al vernos se nos acercó para explicarnos, que con el objetivo de liberar el camino de la piedra, estaban haciendo “minga”. La estrategia era caldear la piedra, la operación consistía, en hacer huecos debajo de la piedra, para ello utilizaban picos, palas y barretas.

Luego en los huecos, pondrían maderas, las mismas que serían encendidas con la finalidad de calentar la piedra hasta ponerla al rojo vivo, y cuando alcanzaba alta temperatura se le echaba agua fría. Al entrar en contacto el agua con la piedra, esta se rompía en varios pedazos, los cuales serían lanzados al precipicio. Esta técnica un poco precaria, resultaba efectiva, frente a la inexistencia de maquinarias pesadas.

¿En qué consiste la minga (minka)?, es una tradición de los antiguos peruanos que consistía en reunir a los pobladores para hacer una faena comunal. En este caso se reunieron para retirar la piedra del camino. El trabajo comunitario definitivamente es un gran aporte del Perú antiguo, que hoy nos permitiría afrontar con éxito los actuales problemas.

lunes, 7 de diciembre de 2009

La Gran Actuación

Juan Díaz, es un hermoso caserío de Colasay, está cerca al río Chunchuca, y rodeado de fincas de café, naranjos, guabos, zapotes, pastizales y hermosos bosques. Se llega hacia el pueblo, cruzando un puente que está instalado sobre el río, inicialmente era artesanal, había sido hecho con troncos de la zona, ahora es de fierro y cemento.

En el camino nos encontramos con una piedra grande, desde allí podemos divisar las montañas, y el paisaje que invita a descansar con la tentación de quedarnos dormidos. La fresca brisa acaricia nuestras mejillas, el calor del sol te abraza con dulzura, la calma nos relaja, haciéndonos cerrar los ojos, abstrayéndonos del mundo real y viajar por un mundo de ensueño, los sentidos se concentran en el oído.

Es entonces cuando escuchamos al viento soplar, haciendo que las hojas verdes se muevan por doquier, son como aplausos que dan inicio a una gran función. El caudal del río también produce una agradable melodía, las aguas discurren cuesta abajo. Canta un gorrión, aletea una mariposa, zumba una avispa, el saltamontes ágilmente se eleva dando saltos. De manera organizada cruza una caravana de hormigas arrieras, en su lomo transportan pequeñas partes de una hoja. A lo lejos pasa una bandada de loros lanzando fuertes sonidos, todas graznan a la vez. Husmea el zorro astuto, raudamente una perdiz corre casi en el aire.

Un camaleón se desliza lentamente, vibra un colibrí en intenso aleteo vibratorio. El temible Macanche se mueve con sigilo, por el matorral. La escena de amor, lo pone una venada que junto a su cría, caminan con cautela en busca de alimento. Una abeja vuela detrás del néctar de las flores. Un ciempiés se pasea armoniosamente. Las termitas o el “comején” están en plena faena, su nido se ha convertido en la cabellera negra de un pequeño tronco. Una flor nace con frescura, un naranjo cae de maduro.

El campesino tala un árbol, corta leña y cultiva su chacra. A lo lejos, se divisa el humo que de una choza se levanta, es en señal que una campesina está preparando el alimento para su familia. Una turca, ave de cuello blanco se alimenta en la colpa. El choclan construye su nido, colgado de los árboles, lo particular es que el ingreso es por la parte inferior. Se escucha un silbido largo y profundo es un ave, cantando en señal de vida alegre.

El viento sopla, el sol calienta, caen pequeñas gotas avisando la llegada de una lluvia. En las hojas queda el rocío, la cual nos moja cuando las tocamos. Tímidamente la tierra se empapa, emanando un olor a tierra mojada. Las hojas verdes brillan por las gotas cristalinas. Los arboles se menean de un lado a otro.

Aquí, no hay lugar para preocuparse por la hora, por marcar tarjeta, por cerrar un negocio, por la bolsa de valores, por la inflación, por la crisis financiera internacional, por la carrera armamentista, por el rating. Todo es natural, nada es artificial. La soledad es hermosa, bella, misteriosa y profunda, nos permite escuchar el latir de nuestros corazones, así como sentir a nuestro torrente sanguíneo circular. Los pies desnudos pueden sentir el calor maternal de la tierra. Hay vida, hay una gran actuación.

Entre el follaje, se escucha una voz misteriosa, que al oído nos dice : ¡¡Mira el espectáculo, aplaude y vibra con entusiasmo, pero no te olvides, que eres parte de esta gran actuación, jamás olvides que eres parte de la naturaleza!!.

Como el árbol.

Subo al vuelo 2118, de American Airlines, rumbo a Orlando. Me han programado un curso de capacitación, el mismo que se desarrollará en el Resort Swam, ubicado en el corazón de Disney. Al llegar, noto que nos hemos congregado personas de diversas partes del mundo, vamos a conversar sobre alta tecnología relacionada con las telecomunicaciones.

Los ambientes son grandes y modernos. En la noche, los faroles brillan majestuosos dándole al ambiente un aire edénico para lo cual colabora la luna, con sus reflejos en los pequeños lagos artificiales.

Al final de la intensa jornada, el cuerpo llama al descanso. Me voy a mi habitación, que por cierto es grande y cómoda, propia de un hotel cinco estrellas. Me dispongo a descansar, pero antes de ello me acerco a la ventana y miro el esplendor de la noche, me recuesto en el apocento y me pongo a meditar.

En esa meditación el recuerdo me llama, imaginariamente me transporto a las montañas de Jaén, Colasay y Juan Díaz. Me atrapa el hechizo del verdor de las plantas, la pureza de las aguas cristalinas y el aroma de las flores. En la película de mi recuerdo, brota una escena en la que aparezco con mis primos, sentado bajo la luna, en medio de la noche oscura, en las humildes casas los candiles son los grandes protagonistas, en ellos débilmente juguetea el fuego. Jugamos al gran bonetón y para romper la soledad, acordamos cantar: “Paloma blanca, alas de plata, piquito de oro. No te arremontes por ese monte, porque yo lloro. Los cazadores tiran su tiro, tiro perdido. No te hirieron, no te mataron porque yo estaba junto a tu nido…..”, la noche se llena de júbilo.

Continuamos con el repertorio y entonamos: “Como la flor del café, vacila mi pensamiento, ay no puedo vivir contento desde que te conocí…”. La serenata continúa, y con pasión cantamos: “Pobres violetas que mal te han hecho, para que la pongas en un rincón. Siendo un florero tu corazón……”. Todas las melodías las habíamos escuchado y aprendido de nuestros padres y de nuestro abuelo.

Mientras tanto el fogón resalta en la cocina, en ese instante débilmente da fuego, en un tizón hay el rezago de un pequeño destello que se resiste a morir. Esta listo para encenderse en el alba y cocinar el alimento del día.

La cinta cinematográfica sigue corriendo, ahora viene el recuerdo de mi caminata, de Juan Díaz a la montaña. El camino es cuesta arriba, se hace lenta pero firme. El paisaje es hermoso, los varejones crecen rectos y altos, las aves vuelan en bandadas. Al llegar a la cima, como premio recibo una caricia de la fresca brisa, a lo lejos se divisa Chunchuquillo, prospero centro poblado. Al lado del camino, con generosidad nos espera una mata de Mora, cargada con mucha fruta. No puedo resistir a la tentación y cogo muchas moras entre rojas y moradas.

En la montaña, al caer la noche de mi sueño, voy a la cama que con generosidad los amigos de mi padre me han preparado, esta y la Choza son muy modestas. La cama es una tarima hecha de guayaquiles (bambú) y tiene como colchón las jergas de los caballos, estos se ponen en el lomo de los jamelgos, para que se les pueda instalar la montura. La choza es de quincha y el techo de calamina que al llover se conierte en una coladera. Con el cuerpo cansado me quedo profundamente dormido. Al día siguiente, el sol intenso de Florida entra por la ventana del Hotel, me despierto y me veo acostado en una cama muy cómoda.

Me acosté en una cama modesta y me desperté en una moderna. No estaba en la montaña de Juan Díaz, sino en Orlando. Me toco, me siento y luego digo: Soy el mismo. Soy como el árbol que no olvida sus raíces.

domingo, 6 de diciembre de 2009

El Equilibrio Universal

Muy ligera erráticamente vuela, llevada por el viento. Es una pluma, que ha sido arrancada del cuerpo de una anónima paloma. Al observarla, pienso en su fragilidad. Inclino la mirada al suelo, y me encuentro con una fila de pequeñas hormigas, que se desplazan de manera ordenada y sincronizada. Admirado por lo visto, con actitud reflexiva me dispongo a caminar, al tercer paso que doy, siento un ligero hincón en una de las plantas de mi pie, la cual no me permite caminar con tranquilidad, no le hago caso y sigo la marcha. Pero en el intento, el hincón se hace más doloroso, dificultando mi caminata. Decido sentarme, me quito el zapato de mi pie y encuentro una diminuta piedra.

La pluma, la hormiga y la diminuta piedra, solas no son nada. Pero agrupadas forman un todo diferente, las plumas forman el ropaje de un ave, las hormigas un ejercito de avanzada, las piedrecillas una gran montaña.

Así ocurre con las personas, solas no somos nada, pero es diferente cuando actúamos en equipo, cuando formamos una sociedad. El hombre, los animales, los vegetales, los minerales son partes de la naturaleza, parte de la tierra. La cual esta sincronizada con el cosmos y con su energía cósmica y universal.

El universo del cual somos parte, esta perfectamente sincronizada, sus movimientos son milimétricos y espectacularmente proporcionales. La arquitectura universal se pone de manifiesto, y la ingeniería se expresa en una dimensión sin precedentes. La energía fluye sin cesar y con fuerza transmitiendo vida.

En el universo, somos semejantes a la pequeña pluma, la inquieta hormiga y la diminuta piedra. Una de las diferencias es que: “El hombre tiene la palabra para transmitir el bien y el mal, lo justo y lo injusto”. Además de ello la capacidad de pensar. Cada uno de nosotros tiene un propósito en la vida, expresado en sueños y proyectos personales, muchas veces al no poder alcanzarlos hace que muchas personas sigan el camino de la frustración y del desengaño. De allí la necesidad, de que sepamos adonde vamos, para poder saber el camino que hemos de seguir. Las tentaciones están a la orden del día, por eso es importante el imperio de las virtudes. El mundo esta a la deriva porque el imperio de la justicia ha sido cambiado por la codicia y la humildad por la vanidad.

El equilibrio universal entre el sentimiento (amor) y el pensamiento (inteligencia) , que nos da la sabiduría, ha sido quebrado. De allí las guerras, los odios, los rencores, las ambiciones materiales. La espiritualidad para muchos se ha convertido en cursi y creer en Dios en debilidad. La soberbia hace que no queramos entender que ser espirituales es dominar a la bestia que cada uno de nosotros lo lleva adentro. La ignorancia y la superstición están gobernando el mundo. Hemos perdido la conciencia que cada uno de nosotros constituimos una pequeña pieza en la gran maquinaria cósmica y universal, nos hemos olvidado que tenemos el poder de crear nuestro propio mundo, de que el camino hacia la felicidad es la libertad. Hoy somos esclavos de nuestras bajas pasiones.

Con lamento, debemos aceptar que hemos perdido las conexiones entre el yo exterior con el yo interior, entre el yo y la tierra, entre el yo y el universo. De allí que cada día somos mas débiles e indefensos, nos gobiernan las bajas pasiones, muchos disfrutan con la desgracia del prójimo. Otros envidian el éxito de su hermano. Varios ambicionan el mal para sus colegas. Estos solo manejan el lenguaje pueril, transmitiendo palabras llenas de frustración y rencor. Hay leyes universales que explican lo que estamos hablando. Estas leyes son constantes como la ley de la gravitación universal. Como ella, existe “la Ley de la atracción”, que explica el comportamiento de las personas, manifiesta que todo lo que es igual se atrae, de manera sencilla se expresa a través del viejo dicho “dime con quien andas y te diré quien eres”. De esa manera se forman los grupos con sus propios intereses, gobernados por sus propias pasiones y virtudes. En el mundo se han formado grupos llenos de codicia, vanidad y ambiciosos por alcanzar el poder, que al alcanzarlo solo buscan satisfacer su ego personal. Hace poco hemos sido testigos de la crisis financiera internacional, miles de millones de dólares se movilizaron para tapar un hoyo negro, que curiosamente, “privatizaba la rentabilidad y socializaba el riesgo”. La pobreza y la desigualdad se han acentuado, millones de hombres y mujeres, no solo están privados del alimento, del vestido, de la salud, sino de disfrutar de la belleza del arte y de la naturaleza, “no solo del pan vive el hombre”.

En el mundo andino, estaba la filosofía de la complementaridad de los opuestos, expresando una autentica cosmovisión. Frente a wiracocha, estaban el Sol y la luna, el agua y el fuego, el agua y la tierra, el hombre y la mujer, etc. Esa cosmovisión los hizo grandes, los hizo conquistadores, reinaba el imperio de la ayuda mutua. Respetaban a la madre tierra y le daban a quien lo que les correspondía, es decir, eran justos más que generosos.

El desafío actual, esta en restaurar el equilibrio universal, y aunque parezca inverosímil la tarea le corresponde a cada de uno de nosotros. Los protagonistas de este gran suceso somos nosotros mismos.. La batalla se libra en nuestro mundo interior, allí están nuestros propios fantasmas, nuestras limitaciones que asfixian a nuestra actividad creadora, también están presentes nuestros temores que nos llevan a la inacción y a la parálisis total. Por eso es importante saber, que podemos engañar a nuestro prójimo, pero jamás podremos engañarnos a nosotros mismos. El mundo es nuestro y esta en nuestras manos, no lo dejemos discurrir.

El canto del rio

Mis primeros pasos los di en Colasay, allí crecí corriendo por sus hermosos parajes, respirando aire puro, tomando leche fresca, comiendo fruta sana, aun recuerdo las hermosas flores como la cuna del niño, verbenas y rosas, que había en su parque ,donde también se lucía su glorieta de madera, además del cabildo y de la iglesia. En los huertos había chirimoyas grandes y dulces, granadillas jugosas, mísperos, guayabas, naranjas, limas, guabas y limas reales.

Igual fue en Jaén donde mi padre y mi madre eran profesores de secundaria y primaria respectivamente, allí estudié la primaria, los días eran alegres. Cada día al ir de mi casa a la escuelita adventista, pasaba por huertos, chacras de cacao hoy convertidas en calles transitadas por moto taxistas, autos y camiones. En esa oportunidad, era agradable caminar por el pequeño bosque, escuchar el trinar de las aves, ver los verdes piñones, las nonas, ver una que otra comadreja, un escurridizo mono cacahuero, o un camaleón que cambiaba de color, buscando mimetizarse con el verdor de los arboles. Se caminaba con cuidado para no ser tocados por la ponzoñosa ortiga.

Los fines de semana, con mis amigos de barrio nos íbamos a la quebrada que cruza la ciudad a darnos un baño, en Jaén el calor es intenso por lo que este resultaba muy refrescante. Al llegar las vacaciones, con mi familia entera nos íbamos a la finca de mi padre llamada “la Cidra”, junto a la choza, pasa el río Chunchuca. Con mis primos, hermanos y amigos, nos íbamos al río a pescar y como siempre a darnos un chapuzón. A veces, clandestinamente nos subíamos a los caballos, mis tíos no querían que lo hiciéramos, porque decían que los cansábamos.

Conforme crecía, mi apego al río era grande, muchas veces junto a mi padre otras veces con mis tíos y primos, desde el viejo puente blanco ubicado en la antigua carretera de penetración Olmos Corral Quemado, nos internábamos rumbo a Juan Díaz, un caserío muy acogedor. Cuando la carretera lo permitía nos íbamos en camioneta o sino simplemente caminábamos, aproximadamente por espacio de cuatro horas, que lo hacíamos bajo el intenso sol, a veces llovía por lo que buscábamos protegernos bajo las copas de los arboles. Al lado del camino discurría el río Chunchuca, hermoso, limpio y emitiendo un sonido, que para mí era musical. Es el canto del río, a mí mismo me decía, esta alegre, da vida a las tierras, al hombre y en sus propias entrañas.

He tenido la oportunidad de ir río arriba muy cerca al Corcovado, ubicado en el distrito de Chontalí, la gran montaña donde nace el río con inocencia, límpida y pequeña, para luego ir creciendo por acción de sus afluentes., diversos riachuelos que lo van alimentando hasta convertirlo en hermoso y apacible en verano, pero torrentoso y bullanguero en invierno.

En mi infancia no conocí el televisor, es que en Jaén no había ningún canal de televisión, el fluido eléctrico no era constante, este durante el día no había y solo a veces por la noche se iluminaba las calles, era normal estudiar con velas. En aquella época la lámpara Petromax sobresalía sobre los mecheros, candiles y velas.

Mi diversión así como la de mis amigos, era armar nuestros propios coches con viejos rodajes, era construir nuestras cometas, confieso que era mágico verlos por los aires volar. Con dedicación se le quitaba la punta del clavo del trompo y lo pintábamos con colores vivaces. Cuanta emoción derrochábamos en los partidos de futbol, los cuales eran jugados con garra y tesón. Las vistosas canicas de cristal muchas veces eran reemplazadas por los choloques.

Es hermoso estar en contacto con la naturaleza, sentir la lluvia caer sobre nuestras mejillas. Escuchar los truenos y ver los relámpagos. Escuchar cantar a las chicharras al momento del calor infernal. Ver a los sapos en las ciénagas. Ver en la noche oscura destellar a la majestuosa luciérnaga. Observar a las pequeñas golondrinas volar de forma aleatoria a ras de tierra. Ver germinar una pequeña semilla. Reconocer los arboles, diferenciar un naranjo de un limón, un mango de un palto, un ciruelo de un café. Ver al pájaro carpintero cual hábil arquitecto construir su nido. Ver el aleteo, impresionantemente veloz del pequeño colibrí. Todo esto, es la expresión de vida que nos da nuestra madre tierra.

El río Chunchuca sigue cantando, aunque en ella ahora hay cierto lamento, los pequeños caseríos han crecido, muchos ahora tienen agua potable y desagüe, como ocurre en otras partes los desperdicios son arrojados al río. Con pesar vemos que no existe la voluntad de protegerlo o disminuyendo su acción utilizando las lagunas de oxidación.

Mas aún, hoy vemos que el hombre se ha empeñado en dinamizar la economía, sin importarle las consecuencias que ellas acarrean, para lo cual se apoya en la avaricia, la codicia y la injusticia. Sin importarle que se rompa el equilibrio entre el desarrollo y la naturaleza y que la tierra este sufriendo por las grandes laceraciones que le está haciendo la actividad minera formal e informal.

Sus ríos están siendo asesinados, en sus aguas muchas veces ya no hay vida. Materiales como los plásticos y residuos nucleares pasaran años para que puedan ser degradados. Las ciudades están llenas de polución y del mundanal ruido, que elevan el nivel de estrés de los citadinos. La palabra calentamiento global se ha convertido en un modismo.

Con tristeza vemos que el hombre se ha convertido en el peor depredador, actúa olvidándose que es parte de la naturaleza. Ha olvidado que nuestros bosques, que nuestra biodiversidad, que nuestros recursos minerales constituyen nuestro capital y sin embargo lo ven como renta.

Nuestra madre tierra ya no es joven, ya es cuarentona, la resaca ya no lo soporta como en su época juvenil, ahora esta más sosegada, esta calmada, esperando que sus hijos la respeten y la cuiden. Es que estamos entrando en la recta final, pronto empezaran los achaques, después simplemente vendrá la muerte, con grandes inundaciones, con sequías, plagas y pandemias.

El hombre en su carrera y lucha irracional, ha olvidado que tiene tres vínculos que respetar, el vínculo entre su yo exterior con su yo interior, su vínculo con la tierra y su vínculo con el cosmos. Estos vínculos lastimosamente los ha roto, los ha perdido, los ha cortado.

Los antiguos peruanos en su cosmovisión tenían como parte de su vida el respeto a la naturaleza, el respeto a la madre tierra, le rendían culto, le hablaban, le cantaban, le agradecían. El peruano de hoy con su indiferencia simplemente lo ignora, no lo valora, está más preocupado por su competitividad, por su progreso, por su riqueza y muchas veces solo en sobrevivir.

Lo que hoy está sucediendo es más que preocupante, la tierra está envejeciendo, los ríos están muriendo, los bosques desapareciendo, diversas especies de la fauna se están extinguiendo y con las hermosas flores está sucediendo lo mismo. Si a esto le llamamos progreso, no concuerdo con ello, porque lo que está ocurriendo es un crimen, con alevosía estamos asesinando a nuestra madre tierra.

En estas líneas evoco mi infancia porque me recuerda que debo defender y cuidar el aire, el agua y la tierra, fuente de vida y que constituye la gran herencia que debemos dejar a nuestros hijos y a las generaciones venideras. En estos momentos, cierro los ojos y escucho el canto del río, luego suspiro y suplico: Perdonamos madre tierra porque si sabemos lo que hacemos